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España España · MÓSTOLES
Voto de Lucman:
7
Drama Recluido en su habitación, Clive, un escritor enfermo y malhumorado, hace y deshace una historia cambiando situaciones y personajes a su antojo, mientras bebe sin parar en una inacabable noche. Claud es un tiránico y justiciero fiscal de la alta burguesía. Sonia, una mujer insatisfecha, se siente incapaz de dejar a su marido. Kevin es un soldado iluminado que lucha por el derecho a la eutanasia. Elena es una amante ajada que sabe que va morir. (FILMAFFINITY) [+]
20 de abril de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayor parte de los films de la "Nouvelle Vague" se carazterizaron por su sencillez expositiva, una interpretación espontánea y natural, y la huida de planteamientos demasiado elaborados, evitando así cargas simbólicas que que obligasen al espectador a rumiar cada una de sus planos, en un intento de asimilar los contenidos del film.
Aquí, A. Resnais decide inclinarse por el camino más eleborado y dificil, obligándonos a una minuciosa prospección de cada secuencia, drenando cada fotograma a la búsqueda del camino escondido que nos lleve a la comprensión del desenlace final. Largo viacrucis que no todos estarán dispuestos a seguir con agrado.

La película arranca con los delirios nocturnos de un anciano escritor ebrio y casi al borde del artículo mortis.Allí aparecen los personajes más allegados a su vida, enfrentados entre sí a través de situaciones límite, donde cada uno aporta una visión egocéntrica de su mundo privado, en los que el rencor mutuo y la venganza son el eje supremo de sus motivaciones. En su delirio, el viejo Clive (John Gieguld), sostiene un pulso contínuo con su hijo mayor, Claud (Dirk Bogarde), enfrentando su sentido de la libertad personal -siempre en pos de satisfacer su eterna búsqueda del placer-, a la rígida moral puritana de un hombre de leyes defensor a ultranza de los valores sociales establecidos. Kevin "el bastardo" (David Warner), es el hijo menor, un sujeto desarraigado, abúlico, solo preocupado por la astronáutica, vivenciando una imaginaria relación amorosa con la esposa de Claud; Sonia (Ellen Burstein), burguesa aburrida y eternamente insatisfecha, pero sometida a los imperativos de una vida fácil y sin privaciones. Culmina el retablo de personajes: Elena (Elaine Stritch), amante del viejo escritor, e imposible amante del abogado, físicamente muy deteriorada por un cancer terminal,

La puesta en escena sucede en PROVIDENCE, una ciudad imaginaria, sumergida en el caos de la ley marcial de un estado de guerra, un apocalipsis donde las fuerzas militares detienen y conducen a las gradas de un estadio a cientos de ciudadanos en plena noche. En ella van apareciendo, en progresión aleatoria, secuencias desoladoras de extremada crueldad -la transformación de los ancianos en hombres lobo, como último latido de rebelión, es sofocada por los fusiles de la milicia-. El fin de la vida de Clive debe sellarse con la destrucción absoluta de todo cuanto ha formado parte de su mundo, aunque el almuerzo campestre de las últimas escenas de paso a una pretendida expiación moral, pre-mortem, del escritor ante la fatalidad inexorable.

Alain Resnais no ha podido estar más inspirado a la hora de elegir a sus interpretes principales, en especial John Gieguld y Dirk Bogarde, que dotan a sus personajes de una intensidad y realismo difíciles de igualar. Más discretos, pero dando la medida adecuada en sus roles: David Werner, Ellen Burstein, y Elaine Stritch.

Acertada elección de la música, con un Miklos Rotzsa impactante y solemne. Fotografía realizada con filtro rojo, y mantenida durante casi todo el metraje salvo en la escena de la playa, lo que acentua sobremanera el dramatismo del film.

.A mi juicio, el director, sobrecarga de onirismo estético un argumento no necesitado de tanto artificio, pero como creador tiene todo el derecho a presentarnos una obra sui géneris, engarzada en clave surrrealista -esos años aún no eran demasiado tardíos para ello-. La obra tiene escenas resueltas con imaginación y brillantez -la de la playa con fotografía en blanco y plano de fondo con fuerte oleaje-, contrastadas con otras de gran dureza -la disección del cuerpo de un anciano-. Una película donde el ser humano se comporta con crueldad extrema y se proyecta hacia un nihilismo desolador. No siempre Resnais fue así.
Lucman
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