¿De qué va?:

Hermann Kuster, un sencillo obrero de una planta química salta a la popularidad de manera póstuma después de suicidarse tras asesinar al hijo del dueño de la fábrica en la que trabajaba. Cuando un medio de comunicación se aprovecha de la buena fe de su viuda para elaborar un artículo sensacionalista lleno de falsedades, mamá Kuster inicia una búsqueda de la limpieza del nombre de su marido sin darse cuenta de que sólo ha de servir de pelele al que unos y otros van a utilizar a placer.

Crítica:

Un buen retrato en clave política y con un tono realista y muy áspero de la vida en la República Federal de Alemania de los años setenta. Fassbinder utiliza a una anciana entrañable de buen corazón y nula picardía para transmitir el ocaso de unos valores que en aquellos años estaban en decadencia total. Mamá Kuster transita por la trama más perdida que su paisano Paul en un garaje, rodeada por todas partes de mezquindad, aunque su ingenuidad haga que no se dé cuenta en ningún momento de que su viaje a la felicidad no va a ninguna parte.

Atención al inolvidable y muy expresivo plano final y al muy original modo (no sé si pionero) de finalizar la película.