Sólido trabajo del primer Polanski. Un buen retrato de personajes, tanto la protagonista como todos los que la secundan están perfilados con una maestría inconfundible. Una película oscura, desasosegante y con una atmósfera muy bien conseguida a base del racionamiento sistemático de una trama sinuosa, que arranca como un drama, derivando luego hacia el drama psicológico y deslizándose a partir de la mitad del metraje en géneros más oscuros e inquietantes.

Ese serpenteante argumento está ambientado en las siempre reprimidas sexualmente islas británicas, lo que confiere credibilidad al tour de force fóbico-sexual de la protagonista, una joven belga a la que resulta más difícil penetrar que poner una pica en Flandes.

Como no os quiero destripar nada si leéis esta crítica, solo diré que la Deneuve tiene un conejo muy hermoso, pero que no permite a nadie comérselo, quedando inservible como le ocurriría a cualquier conejo que se precie. Es bien sabido el dicho de ‘conejo no comido, conejo corrompido’. Y si de un conejo jugoso y saludable no hay que fiarse nunca del todo, de uno corrompido no se puede esperar nada bueno.

La película básicamente me ha recordado un muy desagradable chiste de dos chicos que están en los toros discutiendo sobre si a la chica que se sienta tres filas más arriba se la ve el conejo o es que lleva las bragas negras. Cuando la muchacha advierte la conversación les saca del equívoco: ‘Ni lo uno ni lo otro, son moscas’.

Pues eso, Repulsión.