No me extraña que tardaran más de cinco años en estrenar en salas este bodrio sin pies ni cabeza, cercano a la locura narrativa y con un montaje propio de un ser esquizofrénico.

Es increíble que una película con Harvey Keitel y Harry Dean Stanton (e incluso con las dos interesantes actrices principales), dos secundarios de lujo, pueda llegar a aburrir tanto. El misterio debe de ser como se dejaron embaucar para participar en este despropósito de film, muy lento, confuso y sin ideas, en el cual llega un momento en que quieres que el mundo te trague (pagar por ver ésto.....).

El ignoto Manuel Pradal ya se puede ir buscando otro trabajo.