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Voto de Cinema Wiseau:
7
Thriller. Drama Joe (Joaquin Phoenix), ex marine y antiguo veterano de guerra, es un tipo solitario que dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. No se permite ni amigos ni amantes y se gana la vida rescatando jóvenes de las garras de los tratantes de blancas. Un día recibe la llamada de un político porque su hija ha sido secuestrada. (FILMAFFINITY)
19 de noviembre de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de leer la crítica, recomiendo encarecidamente el visionado de la película.
“En realidad, nunca estuviste aquí”, película dirigida por Lynne Ramsay y estrenada en 2017, destaca como una de les más peculiares e interesantes propuestas cinematográficas de los últimos años. Joaquin Phoenix se pone en la piel de Joe, un violento exmilitar y ex-FBI que vive marcado por los fantasmas del pasado y que trabaja resolviendo turbios encargos.
El argumento, como se puede ver, es bastante típico y no es más que una excusa para que Ramsay realice, mediante el uso de la dirección y el montaje, una metáfora audiovisual sobre la percepción que se tiene del entorno a través de la mirada de una persona con desequilibrios mentales. Es decir, el interés del film no recae en la historia en sí, sino en cómo se explica.
Ramsay, consciente de los problemas que genera este condicionante, plantea una serie de decisiones formales tan arriesgadas como coherentes con su propuesta.
Para empezar, la película adopta un punto de vista completamente subjetivo, hecho que obliga al espectador a vivir todos los acontecimientos que ocurren a lo largo del film a través de la deformada percepción de la realidad que Joe tiene del entorno que le rodea.
Películas protagonizadas por desequilibrados mentales como Shutter Island o Taxi Driver también se valen de este recurso. El matiz diferenciador recae en que Ramsay aprovecha este recurso de tal modo que el espectador es incapaz de discernir del todo si lo que está viendo es real o forma parte de la imaginación de un demente, dejando que sea el espectador el que interprete libremente que es lo que está pasando. Algo que contrasta con los anteriores ejemplos u otras propuestas similares, donde, por muy deformada que esté la percepción de la realidad de los protagonistas, hay un mayor esfuerzo por diferenciar lo imaginario de lo real, dejando menos espacio a la interpretación del espectador.
Ramsay sabe que la mente humana tiene una gran facilidad para desconectar de la realidad inmediata, dejando volar nuestra imaginación y difuminando la percepción del entorno que nos rodea. Por tanto, configura el montaje de la película en base a esta idea, haciendo que recuerdos, pensamientos y elucubraciones de Joe se entremezclen y, además, estén condicionadas por su incapacidad de discernir entre lo real y lo imaginario.
Todo esto queda reforzado gracias a un inteligente uso del fuera de campo y un gran trabajo de sonido, destacando sobretodo en las escenas de mayor violencia, ejecutadas de una manera muy alejada de lo habitual hoy en día.
Quizá, la mayor pega que se le puede sacar a la cinta es que al estar Ramsay más interesada en la forma que en el fondo, al final se vale en exceso de las convenciones de un subgénero tan desgastado como el de los justicieros urbanos, haciendo que el relato pierda frescura pese a lo extraordinario de la puesta en escena. Sin embargo, estamos ante una película atrevida y arriesgada a partes iguales. Una muestra de que, en el cine, al final lo importante no es lo que se cuenta, sino cómo.
Cinema Wiseau
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