Ambientada en los deslumbrantes montes nevados de Suiza, esta trama relata la investigación derivada de la aparición sin vida de una niña, Gretel Moser, que deja como única pista un dibujo en el colegio donde un hombre muy alto ("un gigante") le regala unas golosinas, aparentemente chocolate. Ya hubo otros homicidios, por lo que se piensa que es un asesino serial (no "cereal" como dicen los graciosos) y que puede atacar en cualquier momento a otra rubiecita con trenzas. Por eso, en la película se muestra a un psiquiatra explicando la posible fisonomía psíquica del individuo. Lamentablemente, el inculpado es un pobre vendedor ambulante que, según algunos indicios, puede ser el asesino. La cinta refleja bien lo que puede ser a veces la falta de sutileza de la policía que quiere dar por cerrado el caso covenciéndose, sin más, de la culpabilidad del pobre hombre que termina ahorcándose, pero un investigador va a reabrir el expediente...La película, filmada en blanco y negro (1958), está bien hilvanada, bien actuada, especialmente por el humilde buhonero (es idéntico a la encargada del edificio donde vivo), aunque todos los actores están logrados en sus papeles. El ritmo es razonable, la música sugerente, y el guión lo suficientemente atractivo al igual que los encuadres de cámara como para presentar un producto bien recomendable. 8, 75.