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Voto de Wladimyr Valdivia:
7
Comedia. Drama Narra la historia real de Florence Foster Jenkins, una mujer que, al heredar la fortuna de su padre, pudo cumplir su sueño de estudiar para ser soprano. El problema era que carecía de talento, pero la gente acudía a sus recitales para comprobar si de verdad era tan mala cantante como decían los críticos. (FILMAFFINITY)
25 de diciembre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
A comienzos de 1910 y durante casi treinta años, Florence Foster Jenkins, músico y soprano estadounidense, se dedicó a dar conciertos de ópera. Al poseer una gran fortuna heredada de sus padres, Florence era respetada y una importante influencia para el circuito musical de ese entonces, pero lamentablemente, se ganó rápidamente un lugar dentro de la música no precisamente por su talento vocal, siendo considerada una de las peores cantantes en la historia de la música clásica.

Stephen Frears (‘The Queen’, ‘Philomena’) dirige este biopic cargado de drama y humor sobre una de las figuras más reconocidas en la historia de la música de ópera. Ya el año pasado, el francés Xavier Giannoli había realizado una adaptación libre sobre el caso de esta misma artista titulada ‘Marguerite’. Esta vez, Frears por primera vez lo hace con material directo de su historia, centrado principalmente en sus últimos años de vida.

Si bien es ella la razón de ser de este trabajo, la cinta se centra en la figura de St. Clair Bayfield (Hugh Grant), actor inglés, manager y pareja de Florence (Meryl Streep), el que consciente de su falta de talento para el canto, hace lo imposible para mantener viva su ilusión de cantar en los más importantes salones de la escena musical, movido también por la creciente enfermedad que a ella le afectaba, convirtiendo la posibilidad de éxito de su querida Florence en toda una odisea, en contra de toda probabilidad.

El director ha demostrado a lo largo de su trayectoria un manejo sólido a la hora de contar dramas profundos que cargan sus protagonistas. Y es reconocido su pulso con la cámara para acercarnos a las sensaciones más profundas. Esta vez no es la excepción, aunque aún con un agregado especial: la dosis de humor necesaria, que no soslaya ni le resta veracidad a las grandes interpretaciones puestas en pantalla. La dosificación que, tanto el relato permite como el elenco es capaz de componer, es la medida justa para hacer de una historia tragicómica desde cualquier punto de vista, una alegoría a la felicidad y la conquista de un sueño casi imposible.

St. Clair Bayfield, mucho más joven que Florence, tiene otra pareja, sin embargo, su relación con la cantante trasciende el amor; casi como un acuerdo de conveniencia (del que aparentemente Florence es consciente), ambos llevan una vida juntos de respeto y admiración, y Hugh Grant sabe otorgarle ese garbo inglés, de un tipo encantador con Florence, con los medios, con el círculo que los rodea, es quien sostiene la carrera y la salud de Florence, y su presencia en pantalla incluso suma más minutos que la de Streep, quizás reinventando con este gran papel su trabajo, tras una seguidilla de comedias románticas que ya comenzaban a definirlo.

La presencia de Cosmé McMoon también es fundamental. Interpretado por Simon Helberg (Howard Wolowitz en ‘The Big Bang Theory’), McMoon es un joven pero virtuoso pianista quien, tras una audición, es escogido por Florence para ser su acompañante en escena en su incursión como cantante lírica. De carácter retraído, es el más incrédulo ante la insólita aceptación del trabajo de Florence cuando es aprobada tanto por Bayfield como por su profesor de canto. Temeroso por que esto vaya a perjudicar su incipiente carrera, termina siendo un pilar fundamental para ella, tanto en lo musical como en lo personal, como otro bastión para que Florence sea capaz de alcanzar el reconocimiento. Helberg es capaz de dejar atrás su famoso personaje televisivo y da paso a un personaje introvertido, de escasas capacidades sociales, pero carismático y muy bien construido.

Nominada a la mayoría de premios de esta temporada y casi segura candidata al próximo Premio Oscar, Meryl Streep a estas alturas no sorprende y se consolida como una de las actrices más grandes del planeta Hollywood. Su trabajo es tan conmovedor como complejo, dibujando a una mujer fuerte aunque insegura, atrapada por los demonios de una enfermedad que avanza y que le recuerda el poco tiempo que le queda, por las noches, cuando el escenario da paso al descanso en su habitación, entre la soledad, los dolores y los medicamentos.

La resiliencia al servicio del espectáculo. ‘Florence Foster Jenkins’ es, sin duda, y a pesar del trágico hecho real sobre el que está construida, una de las comedias del año, no sólo por el trabajo interpretativo sino por la cámara de un director que es capaz de entretener y conmover, por la certera ambientación de una época, por los sonidos de Alexandre Desplat, y por acercarnos de manera tan honesta a la historia de una mujer capaz de hacerle frente al destino y contra cualquier pronóstico.


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Wladimyr Valdivia
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