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Voto de Ghibliano:
10
7,3
6.747
10 de noviembre de 2009
48 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin palabras me quedé cuando vi esta película. Embobado, sin saber qué decir, pero con esa sensación tan agradable en el pecho que provoca cualquier filme de los estudios Ghibli: la de haber visto algo tan grande que merecía ser compartido, y a ser posible difundido por todas partes. Kingo dice que es una película para adolescentes y eso me duele. No quiero negar las raíces de la obra; no es difícil adivinar que va especialmente dirigida a las chicas en esa edad. Pero ponerle esa clase de barreras es completamente injusto. Más cuando demuestra de sobras que quiere desembarazarse de toda la mierda que lleva detrás el género que trata, en forma de diálogos falsos, de clichés y de personajes tan melosos que pierden su encanto. Por eso mismo, mi impresión es radicalmente distinta: aun reconociendo que busque a un público determinado, "Susurros del corazón" es una obra universal. Tan sincera, tan cargada de buenas intenciones y sobre todo tan bien hecha que cualquiera puede disfrutar plenamente de ella.
Y lo fascinante es que trate esa variedad de temas, en apariencia tan complejos (el amor, la vocación, la madurez), desde la perspectiva de un argumento tan sencillo que en ningún momento entra por derroteros que el espectador no puede controlar. El papel de Shizuku es inapelable; de principio a fin tenemos a una chica de catorce años preocupándose de su futuro, discutiendo con su familia, bromeando con su amiga y entrando en la espiral romántica que le llevará primero a molestarse con la presencia de Seiji y terminará con esa obsesión que ni siquiera le deja dormir. Esa chica no es una tonta ni el paradigma de la trascendencia. Es lo que es, una adolescente descubriendo sensaciones que todos hemos experimentado alguna vez. Sin exagerar, es el personaje animado con el que más me he identificado. Me sorprendí compenetrándome con ella al cien por cien, y deseando con todas mis fuerzas que esa historia terminara felizmente.
Una maravilla. Una película tan intensa en su sencillez que bloquea todos mis pensamientos negativos y me mete durante dos horas en ese mundillo cargado de vitalismo que Miyazaki me quiere inculcar. Una animación preciosa, con esa iluminación del Tokio nocturno y tantos, tantísimos lugares dotados de alma. Una dirección magistral del tristemente fallecido Yoshifumi Kondo que aúna todos estos elementos. Y la música: nunca pensé que el anime y una letra de country ajaponesada se llevaran tan bien, pero "Country Road" se asienta desde el primer momento como la canción perfecta. La versión improvisada de Shizuku, Seiji, el dueño de la tienda y sus dos amigos músicos merece un lugar privilegiado entre las escenas más memorables que se han dibujado jamás. Durante unos instantes, quiero formar parte de ese momento, y adentrarme en esa habitación rodeada de violines para poder experimentarlo con más intensidad todavía.
Y lo fascinante es que trate esa variedad de temas, en apariencia tan complejos (el amor, la vocación, la madurez), desde la perspectiva de un argumento tan sencillo que en ningún momento entra por derroteros que el espectador no puede controlar. El papel de Shizuku es inapelable; de principio a fin tenemos a una chica de catorce años preocupándose de su futuro, discutiendo con su familia, bromeando con su amiga y entrando en la espiral romántica que le llevará primero a molestarse con la presencia de Seiji y terminará con esa obsesión que ni siquiera le deja dormir. Esa chica no es una tonta ni el paradigma de la trascendencia. Es lo que es, una adolescente descubriendo sensaciones que todos hemos experimentado alguna vez. Sin exagerar, es el personaje animado con el que más me he identificado. Me sorprendí compenetrándome con ella al cien por cien, y deseando con todas mis fuerzas que esa historia terminara felizmente.
Una maravilla. Una película tan intensa en su sencillez que bloquea todos mis pensamientos negativos y me mete durante dos horas en ese mundillo cargado de vitalismo que Miyazaki me quiere inculcar. Una animación preciosa, con esa iluminación del Tokio nocturno y tantos, tantísimos lugares dotados de alma. Una dirección magistral del tristemente fallecido Yoshifumi Kondo que aúna todos estos elementos. Y la música: nunca pensé que el anime y una letra de country ajaponesada se llevaran tan bien, pero "Country Road" se asienta desde el primer momento como la canción perfecta. La versión improvisada de Shizuku, Seiji, el dueño de la tienda y sus dos amigos músicos merece un lugar privilegiado entre las escenas más memorables que se han dibujado jamás. Durante unos instantes, quiero formar parte de ese momento, y adentrarme en esa habitación rodeada de violines para poder experimentarlo con más intensidad todavía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
He leído alguna crítica que se queja de que el final con Seiji prometiéndose llega demasiado lejos. No estoy de acuerdo, y no porque no me parezca que pedir matrimonio a los quince años esté pasado de rosca (que lo está), sino porque todo queda como una promesa inocente a largo plazo, cargada de una buena intención tal que sólo puedo dibujar una sonrisa de felicidad al pensar en lo que ambos están a punto de experimentar.
En todo caso, ni esa pequeña duda debería ensombrecer la enorme calidad de esta película, para mí muy clara y muestra de que, con inteligencia y buena voluntad, se puede hacer de cualquier premisa, por muy gastada que parezca, una obra inolvidable.
En todo caso, ni esa pequeña duda debería ensombrecer la enorme calidad de esta película, para mí muy clara y muestra de que, con inteligencia y buena voluntad, se puede hacer de cualquier premisa, por muy gastada que parezca, una obra inolvidable.