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Voto de Ghibliano:
10
Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
1 de febrero de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué maravilla.

Esperaba mucho de "Días de vino y rosas". Me interesan el argumento y la idea subyacente, suelo ser bastante receptivo cuando de generar empatía se trata y aquí la historia da para mucho. Además, con tantas palabras de alabanza sólo podía esperar una obra maestra.

Pero no se puede obviar que, para bien o para mal, estoy muy pez con el cine clásico en general. Tanto es así que en ocasiones me noto sin saber qué hacer al juzgar una película de hace 50 o 60 años, con sus diferencias obvias en el tratamiento de las relaciones sociales, la psicología de los personajes, el desarrollo de la trama, el humor... y siempre con miedo a que no me despierte las emociones esperadas, porque entonces no sé dónde debo ser condescendiente y dónde no.

Con esta obra maestra de Blake Edwards no me sucede. Nunca me sucede. Desde el primer minuto, con esa preciosidad de música sonando en los créditos iniciales, la película me tiene ganado. Y a medida que se desarrollan los acontecimientos y me siento más y más atrapado en sus garras, salir de ella resulta una tarea imposible.

Es el mejor reflejo de la adicción que he visto en el cine. Edwards maneja un guión prodigioso, en el que primero nos presenta a los personajes de una forma que entendamos sus motivaciones* y luego va desarrollando la trama de una manera abrupta, con grandes saltos temporales, en los que la pareja protagonista cae constantemente y debido a los cuales la empatía con ellos es aún mayor**. El retrato de sus cambios, con ello, es casi perfecto y te los crees desde el primer momento hasta el último; si además los diálogos acompañan y son tan naturales, espontáneos y al mismo tiempo mágicos como en esta película, el resultado es devastador.

Pero por encima del guión se elevan las dos interpretaciones protagonistas, sencillamente maravillosas. Lemmon consigue que entres en su juego enseguida. Su voz transmite confianza y cercanía, no es uno de esos actores que parece que el mundo se para cuando hablan, y no tienes más remedio que creerte su alegría, su enamoramiento, su desesperación, su tristeza... Para compensar Lee Remick le da la réplica con un papel que gana en fuerza con el desarrollo de la trama y en el que logra reflejar como tal vez nadie lo ha hecho nunca, en una de las escenas más brillantes que he visto, el nivel de degradación, ya no moral sino física y psicológica, al que llega en un determinado punto***. Si además de este par de prodigios cualquiera de los secundarios logra construirse con una solidez brillante, con especial atención a Charles Bickford reencarnando al padre de Kirsten, no queda más que rendirse ante el impresionante nivel interpretativo que se alcanza aquí; en el que todo parece tan real como si los actores lo estuvieran viviendo en primera persona.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ghibliano
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