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Voto de Joan Gilabert:
7
Drama Raphi es una persona joven, andrógina y algo naíf. Escribe poemas y sueña con enamorarse de un príncipe azul. De su Francia natal se traslada a Barcelona, donde la realidad está muy lejos de ser como la proyecta. Tras ser diagnosticada de disforia de género, comenzará un arduo viaje para asumir su verdadera identidad. Médicos, compañeras, artistas y hombres que va conociendo le darán sus propios consejos, pero solo el tiempo y la ... [+]
18 de noviembre de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante todo el visionado me estuve cuestionando el enfoque de la película. ¿’Mi vacío y yo’ quiere utilizar unos códigos universales para encontrar empatía con el gran público o desea radiografiar la experiencia trans desde la complejidad que esto supone? Y me lo preguntaba porque creo que ambas intenciones están intermitentemente. En lo personal, empatizaba más con los tramos del segundo enfoque, aunque si esta película se la pongo a mi padre posiblemente sería a la inversa. Y en el intento de contentar a todo el mundo, o unas partes quedan burdas o las otras tremendamente marcianas dejando al espectador menos puesto empatizar con el personaje que le está dando la replica a Raphi y no con la propia Raphi (que es lo que la peli entiendo que busca).

Y en medio de todo esto, entra en juego la confusión que el propio personaje sufre. Y es que como sociedad tenemos una normatividad tan asentada (ojo a la escena de diagnosticación de disforia de género) que nuestras necesidades inevitablemente también lo son. Dentro de todo el cacao que tiene en la cabeza Raphi, lo único que parece tener claro es que quiere a un hombre que la salve y, a base de conocer experiencias ajenas, también acrecenta su necesidad de sentirse definida como mujer. Aun viviendo en la disidencia, es dificil escapar del sistema de encasillamientos. Es nuestro pan de cada día, pero no deja de resultar curiosa la paradoja.

El tono documental es una decisión acertada a la hora de abordar la historia. Hay unas escenas más conseguidas que otras, pero aun así hay bastante coherencia entre ellas y todas aportan. La escena en la que Raphi está con sus compañeras de trabajo me pareció de las más creibles y las escenas en la asociación (con el reparto del anterior trabajo de Silvestre, ‘Sedimentos’) de las más necesarias para apuntillar que no hay dos experiencias de transición iguales.

La peli se deja ver y cumple con la labor divulgativa que se propone. No hay prácticamente nada así en la ficción de nuestro cine patrio y posiblemente esta sea la causa por la cual es un tema dificil de abordar para llegar a un público comercial sin blanquear ciertos aspectos.
Joan Gilabert
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