Ésta es una de esas películas dirigidas a un público muy particular, fundamentalmente los nacidos entre 1980 y 1990 y a quienes marcara en su momento (1999-2003) la trilogía original de "American Pie" (no se cuentan los lamentables spin-off posteriores). Una MQMF, Sherminator, el Stevemaster, la tarta, el pegamento, el padre de Jimbo, las juergas en las casas...Alguien más mayor o más joven de esas edades puede verle la gracia a esta película, pero sin duda no tendrá ese sentimiento de nostalgia que los que (como yo) eran adolescentes a principios de los 2000. Una época marcada por el cambio de milenio, el 11-S y las nuevas realidades sociopolíticas y tecnológicas, mientras sonaban Green Day, Blink 182, Nickelback o Linkin Park.

Estamos de acuerdo en que es comedia zafia, burda, primaria, que abusa de lo sexual y todo lo que quieras; está claro que no contemplamos un monumento cinematográfico, pero qué demonios, el cine también es entretenimiento y diversión y con 14 años no estás siempre para sesudos argumentos ni artísticas construcciones. La saga de "American Pie" no pasará a la historia del celuloide, pero sí ocupa un pequeño lugar en nuestros corazones. Y ver este reencuentro ha sido sentirse más joven y viejo a la vez, casi 18 años después.

Para mí el principal valor de la película, aparte de ver a los protagonistas tras más de una década y el tono nostálgico, es lo bien que refleja la vida y el paso del tiempo en un grupo de amigos, que por poco se vean, siguen siéndolos y eso es lo importante; todos los treintañeros tenemos una pandilla variopinta donde hay de todo, desde el "triunfador" al más "sufridor", pasando por el que se ha casado y ha tenido hijos, tal vez muy pronto (o no), o el desaparecido, o el juerguista, o el "adulto", o el inmaduro...después de tantos años, la vida sigue su curso y las cosas han cambiado, y eso ha de asumirse, tarde o temprano.

También refleja muy bien lo "puente" que es la generación de los 80, ya que en pocos años pasamos de un simple ordenador en casa a estar plenamente conectados a internet, como toda la muchachada más joven que nosotros. En 1999-2000 las redes sociales eran inexistentes y los teléfonos móviles aún escasos; como bien señala un perplejo Stifler en una escena, "la última vez que hice esto no había móvil".

Nos hemos hecho mayores y apenas nos hemos dado cuenta, o sí. Pero siempre habrá alguna ocasión para pegarse una buena juerga y hacer el cafre como cuando éramos unos pipiolos.