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Irlanda Irlanda · Innisfree
Voto de Ferdin:
8
Cine negro Para crear una banda de atracadores, Martín y Antoine se ponen en contacto con Román para que les consiga armas y un cuarto hombre. Román convence a Picas, un antiguo atracador que ahora trabaja en una masía. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se le agradece lo suficiente a TVE la encomiable labor, aunque se deba a un acuerdo comercial con Enrique Cerezo, que está realizando en "Historia de nuestro cine", programando tanto clásicos y películas muy conocidas, como rarezas y como filmes olvidados, de culto. "A tiro limpio" sería una de las últimas, y el público de 2016, no demasiado cinéfilo, puede conocerla, y todo por Televisión Española (no precisamente gracias a La Sexta o a Telecinco). Quien escribe, el primero.

"A tiro limpio" es una de las dos únicas películas de otro director maldito, Francisco Pérez-Dolz, y se trata de una pequeña gran joya de cine negro, que bebe mucho de ciertos clásicos del género en EEEU de los años 40 y 50, pero también del estilo francés y con incluso algunas gotas del neorrealismo italiano. Con ella realizamos un vibrante viaje a los bajos fondos de la Barcelona de 1963, e incluso tiene valor documental, por las veraces situaciones cotidianas y populares reflejadas.

El vaivén de las embarcaciones en el puerto (casi se huele el salitre), las estaciones de metro, los pinares de las afueras, el Camp Nou recién terminado, las sardanas a la salida de la catedral, las lustrosas avenidas y los barrios de peor fama, burdeles incluidos. Todo en un áspero blanco y negro aderezado con música de jazz, mujeres fatales, buenas ráfagas de disparos sin misericordia, disfrutables planos secuencia y otros movimientos de cámara, veladas referencias nada amables a la dictadura y a la situación cultural de la época y mucha miseria. Pero miseria moral.

Porque son miserables los protagonistas, sin ningún atisbo de simpatía, aunque alguno de ellos tenga ciertos códigos de honor; pero todos son miserables, más o menos criminales pero perdedores de la vida, que lo llevan escrito en esa cara que se acoda en la barra a pedir un coñac doble.
Para mí están soberbios especialmente dos, grandes secundarios de nuestro cine, como son el excelso Luis Peña (el inolvidable "Mellao" de "Surcos") en el papel de Martín, un tipo despreciable, violento, cruel y misógino (tal vez para desviar la atención de su homosexualidad, que se deja entrever pese a la censura), y el sólido José Suárez ("Calle Mayor") como su compinche Román, alguien no menos violento pero ciertamente de mejor corazón y con más ganas de escapar hacia una vida más honorable lejos de esa resaca de eterno perdedor.

En suma, una película que, con sus pequeños fallos (choca la casi total ausencia de sangre, pese a todos los disparos que se efectúan; cosas de la producción) y las limitaciones de la censura, si no fuera española sería mucho mejor valorada.
Ferdin
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