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Irlanda Irlanda · Innisfree
Voto de Ferdin:
9
Intriga. Drama Fedora, una famosa actriz, fallece en París atropellada por un tren. En su funeral, un productor de cine recapacita sobre los hechos ocurridos en las dos últimas semanas y se pregunta hasta qué punto podría él haber influido en su muerte. Todo empezó cuando fue a Corfú para verla y descubrió que vivía en una isla privada con una enfermera, una anciana condesa y el cirujano plástico que conseguía mantenerla con una asombrosa apariencia juvenil. (FILMAFFINITY) [+]
7 de abril de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es lo que decía el mítico productor Samuel Goldwyn, según suelta en una escena el personaje de William Holden. Y eso es un poco la penúltima película del gigantesco Billy Wilder, un largometraje triste, evocador y desencantado, que pese a no ser una obra maestra tiene un aire a "gran cine" que no todas las producciones tienen, y un inequívoco aroma a "cine que ya no se hace".
A finales de los 70 Wilder llevaba varios años sin rodar después del fracaso de "Primera Plana" y no encontraba productores en EEUU. Ello sumado a su edad (72 años, actualmente algunos directores siguen en activo con casi 80 o más, pero antes eran otros tiempos) y a la llegada de los directores de la nueva generación (los "jóvenes barbudos" de los que habla de nuevo Holden en otra escena, esto es, Spielberg, Lucas, De Palma, Scorsese, Coppola...) provocaron que se quedara sin sitio en Hollywood y se tuviera que buscar la financiación en Europa. Por ello "Fedora" es una producción franco-alemana, rodada íntegramente en el Viejo Continente y con numerosos actores europeos.

Wilder pese a sus deseos no pudo contar con Marlene Dietrich ni con Faye Dunaway, por lo que hubo de recurrir a las poco conocidas Marthe Keller e Hildegard Knef, quienes para mí no están tan mal como leo por aquí; ambas cumplen sobradamente y no desmerecen un conjunto sobre el que reina el gran William Holden, en uno de sus últimos papeles, con 60 años (estaba realmente envejecido por el alcoholismo, muriendo trágicamente en 1981), repitiendo en parte el rol que hiciera en 1950 con el mismo Wilder en "El crepúsculo de los dioses".

Por lo demás, todo tiene un maravilloso aire otoñal, nostálgico y evocador, pese a lo ácido de numerosas frases del guión. Magníficas localizaciones griegas y francesas, notable fotografía de Gerry Fisher y dramáticamente potente banda sonora del gran Rózsa, que se ajusta como un guante al tono de la película.

"La leyenda debe continuar".
Ferdin
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