El cine de la década de los 90 dio auténticas castañas, desde películas muy comerciales y ruidosas a otras no tanto pero bastante discutibles. El mismo Schumacher años después perpetraría dos de Batman tirando a malas, especialmente la ultravilipendiada "Batman y Robin". Pero este largometraje suyo y protagonizado por Michael Douglas pertenece a "la cara buena del cine de los 90", sin duda.

Lo que en principio parece una enajenación transitoria de un trabajador medio, una persona normal, va tornando en algo mucho más oscuro y triste. No exenta de humor, la película está provista de una tremenda crítica social a la vida de los estadounidenses en las grandes ciudades, cómo influye de diferente manera en las personas y cómo éstas van sobrellevándolo. Contiene temas como el trabajo, el consumismo, el racismo e incluso el machismo.
Michael Douglas encarna al protagonista, Bill Foster, en una de las más convincentes interpretaciones de su carrera, a la vez que mantiene un duelo interpretativo con Robert Duvall, en el papel de un policía a punto de jubilarse y que también tiene sus problemas de "hombre del primer mundo". Nada es lo que parece y todo se resolverá en un día...

Muy entretenida, y con las dosis justas de violencia y diálogo (con más de una frase para enmarcar), la película también es un frenético viaje por las peores zonas de Los Ángeles, ésas repletas de pandilleros que no dudan en apretar el gatillo (y además estaban recientes los disturbios de 1992); aunque también vemos las playas de Venice. Considero, como otros usuarios, que con otro final estaríamos ante una obra maestra, y que pensándolo bien es dudoso que un tipo gris se convierta casi en un Terminator (o no; todo es posible en EEUU), pero en definitiva, es una estupenda película, de lo mejor del cine de los 90 y plenamente actual casi 25 años después.