Muchísima potencia a nivel visual, especialmente centrada en las expresiones faciales, y una historia tremendamente preciosista, poética y metafórica es todo lo que necesita la directora Domee Shi (Red) para sacarse de la chistera un corto tan maravilloso como este. Ni tan siquiera necesita diálogos donde apoyarse ya que todo el trabajo técnico es, simplemente, excelso.

En apenas ocho minutos y partiendo de una original e innovadora propuesta argumental, la directora nos pone ante nosotros una brillante y muy acertada metáfora sobre la maternidad. Y lo hace desde una perspectiva bastante realista y certera, sin adornos ni alardes innecesarios. Todo gira entorno en esa relación madre tremendamente protectora e hijo y, si compráis la propuesta, os espera un maravilloso viaje de apenas ocho minutos de duración.

Sinceramente, este tipo de cortometrajes demuestran que no es apenas necesario nada más que una buena historia para conseguir emocionar al espectador. Muy recomendable.