Me senté aturdida para ver esta película acribillada por una avalancha de malas críticas y poco a poco conseguí engancharme y llegar al final. Gente, olvídense de George Cukor o Howard Hawks, lo que tenemos entre manos es una película infantil repleta de estereotipos y situaciones imposibles, y eso es lo que es: una vez que se asume esto, sólo resta disfrutar. Puntos positivos tiene muchos, a saber: los colores son fuertes y vivos, y eso provoca una agradable sensación al visionarla, y los niños se sienten felices; la belleza de las bandidas es el eje fundamental de la película, y se explota muy bien, porque, ¿a quién no le gusta la belleza? Las chicas están guapas, salen guapas y los espectadores admiran esos ojos y esas curvas vertiginosas. También hay varias situaciones divertidas que sacan la sonrisa sin más; bien, el humor es tosco y machacado hasta la saciedad por mil western antes, pero también se puede pasar un buen rato con un guión plagado de estereotipos y, no pasa nada, sin complejos.
En líneas generales, las situaciones propuestas no tienen mucho sentido y las escenas se suceden una tras otra sin ton ni son, lo cual se agradece, en estos tiempos en los que se producen filmes realmente complejos y se multiplican las páginas web que buscan con afán cualquier error milimétrico en las películas.
Estar en blanco hora y media, con la sonrisa en la boca, y sin pensar absolutamente en nada, también es una técnica para despegar el estrés y relajarse. Pero, me pregunto, ¿por qué se necesita un equipo humano tan grande y talentoso si el resultado es tan simple y descuidado como éste? De todas maneras, reitero, ¡bien por las guapas bandidas!