Stephen Hopkins desarrolla perfecta y honestamente un producto sin pretensiones, sólido en lo que le interesa, que es el espectáculo de las explosiones dentro de un argumento un tanto pobre y cogido por los pelos: un terrorista del IRA fugado de una cárcel irlandesa que vuela a EEUU para vengarse de su ex-amigo Liam McGivney, ahora Jimmy Dove, un artificiero al servicio de la Policía bostoniana.
La peli tiene ritmo, unos efectos muy bien conseguidos y oculta astutamente los agujeros flagrantes de guión, además de estar muy bien interpretada en el papel del héroe por Jeff Bridges, con un malo convincente, encarnado por Tommy Lee Jones, y Forest Whitaker como buen colega del prota. Además es agradable escuchar dos de los mayores éxitos de U2, aunque resulte chocante cómo los responsables de la peli se basan en tres aspectos para identificara a los irlandeses: la superbanda citada, la cerveza Guinness y el IRA, pero bueno, nadie va a ver esta producción engañado ni esperando recibir más de lo que se ofrece, que, como dije antes, es honesto y bien realizado.