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España España · Oviedo
Voto de babayu:
3
Intriga Por culpa de una aventura con la mujer de un embajador, a Andy Osnard (Pierce Brosnan), un seductor espía británico, lo destinan a Panamá. Una vez allí, se pone en contacto con un sastre de oscuro pasado, pero muy bien relacionado con personalidades de la política y de la mafia y cuya esposa trabaja para el presidente del país. Y la misión de Osnard consiste precisamente en averiguar cuáles son las intenciones del presidente panameño ... [+]
23 de agosto de 2010
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada, debo decir que John Le Carré, autor de la obra en la que se basa esta peli, no es santo de mi devoción: aprovechándose de la cosa histórica de la Guerra Fría, escribió un montón de novelitas pasables, de las que destacaría La casa Rusia y El espía que surgió del frío; sin embargo, en esta ocasión no se lució demasiado, pretendiendo hacer una especie de sátira tragicómica de su tema preferido.
Ahora pasemos a lo que nos importa, al asunto cinematográfico: adaptada por el propio escritor, Andrew Davies y John Boorman, éste la dirige (otro que tampoco me motiva especialmente, salvando Deliverance, A quemarropa, y, con ciertas prevenciones, Zardoz y Excalibur), conviertiéndose en una película que exige un exceso de fe al espectador, que tiene que tragarse a un Pierce Brosnan autoparodiando su personaje de Bond, inmerso en una historia sin pies ni cabeza, muy cogida por los pelos. Vale, podemos pensar que Andy Osnard es un espía un tanto sinvergüenza, de vuelta de todo, y que se aprovecha de la gente para su propio beneficio, pero se nos hace mucho más difícil creernos el papel del esforzado Geoffrey Rush, encarnado en el mentirosillo sastre Harry Pendel, quien, como si fuera un confesor de medio pelo, recibe todo tipo de información en forma de confidencias soltadas alegremente por todos los personajes importantes de la vida panameña. Esto, de por sí, ya suena raro, y mucho más pensar que gente curtida en mil batallas subterráneas del politiqueo, de la diplomacia, de la economía, etc, se dejen atrapar por las intrigas del espía vividor y del sastre.
Todo es un despropósito gigantesco, aumentado por la falta de pericia en el diseño de los personajes secundarios, que pululan a lo largo del metraje sin que se explique bien nada de lo que hacen, ya que la incoherencia es omnipresente durante toda la trama.
Quizás lo único que salve a esta especie de revisión de la fábula de Pedro y el lobo sea que mantiene con cierto grado de pericia el suspense hasta el final, a pesar de todo lo que uno ha debido de poner de su parte para no levantarse del asiento en esas casi dos horas que dura la película.
babayu
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