El título de mi crítica alude al hecho de que habremos visto tropecientas pelis como ésta, donde la originalidad brilla por su ausencia; el tal Brett Ratner, salvando su incursión en el tema "lecteriano" (El Dragón Rojo), tiene una carrera bastante mediocre, centrada en esas cosillas de Jackie Chan y secuelas varias, a las que hay que añadir la adaptación que prepara del videojuego God of War. Por tanto, es lógico que este producto nazca con la clara vocación de ocupar la sobremesa de algun canal televisivo con escasa imaginación a la hora de programar cine.
Sin embargo, la historia es entretenida: una pareja de ladrones, Max y Lola, que se retiran a un paraíso bahameño, seguidos por el agente de FBI convertido en su némesis, Stan Lloyd, que intentará chafar el último proyecto de dichos chorizos de guante blanco. Las interpretaciones, a cargo de Brosnan, Hayek y Harrelson, son tan correctas como seguras, ya que cada uno está en su típico personaje que puede dominar: el seductor, la tía maciza y el simpático tontorrón. Algo que me ha llamado la atención es que nombres tan importantes como el músico argentino Lalo Schiffrin o el director de fotografía italiano Dante Spinotti hayan participado en algo tan vulgar, me imagino que con una clara pretensión alimenticia.
Lo bueno: el pimpampún, es decir, da lo que puede ofrecer, sin más; su duración es la justa para no aburrir en exceso, hora y media pelada.