Tres años después de Star Wars Lucas decidió estrenar la secuela, cediendo el testigo de la dirección a Kershner; tal vez por eso sea la mejor peli sin discusión de la trilogía: la historia está mucho más madura, más hecha, el guión de Brackett y Kasdan aporta una profundidad y oscuridad muy superiores a la primera parte, lastrada de demasiadas imperfecciones y simplezas, a pesar de que nos haya descubierto el "universo galáctico". Todo parece indicar que los responsables tomaron los elementos más atractivos y construyeron una historia que podría parecer complicada de resolver, la segunda de una trilogía, un puente para su final, pero que es la que realmente aporta trascendencia a lo que apenas había sido sugerido en la primera.
Desde el inicio se intuye que ésta es diferente: ambientada en el planeta helado de Hoth, nuevo cuartel general rebelde, observamos una madurez de situaciones y personajes: Han Solo y Leia desarrollan una romance basado en brillantes diálogos, alejado de estupidez sentimentaloide, Luke evoluciona, consciente de que tiene que llegar a ser alguien importante, por lo que decide apartarse temporalmente de la lucha e ir a Dagobah a convertirse en Jedi bajo la batuta de Yoda. El Imperio, animal herido, ataca a los rebeldes (magíficas batallas entre éstos y los At At Walkers en Hoth), al mismo tiempo que tanto el Emperador como lord Vader se dan cuenta de que, para ganar la guerra, deben atraer a Luke al lado oscuro. Utilizarán a Lando, otro buscavidas al estilo de Han, que ha montado su tinglado en Bespin, la "ciudad de las nubes", donde traicionará a Solo, hasta que se da cuenta de que es cosa chunga lo de pactar con el Imperio.
Como vemos, aparte de los personajes principales, en los que se profundiza (inolvidable la escena en la que Vader se confiesa ante Skywalker, y la no menos importante aportación de Yoda), se da más peso a una trama mucho más trascendental, explicada como esa lucha tesis-antítesis entre las dos vertientes de la Fuerza).
En el apartado técnico es mucho más redonda: se observa una tremenda evolución en los efectos especiales, que contribuyen a que nos olvidemos que todo es un enorme tinglado de maquetas y títeres, y superando para siempre el cierto primitivismo existente en la primera peli. La iconografía galáctica aumenta considerablemente: aparecen Yoda, el Emperador, mejoran las naves, los ambientes y la puesta en escena general. También parece que hasta la música está mejor utilizada, la Marcha Imperial suena divinamente y los temas de la banda sonora están perfectamente sincronizados con los puntos claves de la historia.
En resumen: lo mejor, la utilización brillante de los elementos clave que en la primera entrega aparecían diseminados o sin desarrollar adecuadamente, al servicio de un guión infinitamente más talentoso.
Lo peor: algunas soluciones, como la aparición del Wampa, como una especie de yeti, siguen siendo resultando tan infantiles como innecesarias.