Vamos a ver: la peli es potentísima, este tercer largo de Fesser tiene unos mimbres perfectos para construir un cesto espectacular, pero (casi siempre hay un pero en el cine español)...

...el director y guionista es demasiado manipulador, o mejor dicho, la manipulación presente en cualquier creador es un pelín obvia; está clara la intención, un ataque a la irracionalidad fundamentalista de un movimiento casi intocable como el Opus Dei, basado (libremente) en la historia real de Alexia González-Barros (su web, http://www.alexiagb.org/, no tiene desperdicio). Lo que pasa es que tiende en exceso a la exageración, a la búsqueda de la lágrima fácil en vez de apostar por una narración más meditada, que respete más la inteligencia del espectador; los personajes son caricaturescos, extremos, y las situaciones, dentro de lo peliagudo de lo que se nos cuenta, son forzadas para arrinconar al que está al otro lado de la pantalla en una única decisión, la indignación ante todo lo que sucede. Me gustaría que no todo fuera tan evidente, que la subjetividad no hubiera cerrado el paso a una historia más objetiva, menos maniquea.
Todo es bueno o malo, no hay matices; lo más interesante tal vez sea la dicotomía entre ese padre subyugado, esclavizado por el fanatismo de su mujer, esos atisbos de grietas entre una familia perfecta, al servicio de la Obra. También me parece desacertada la elección de Nerea Camacho como Camino, con unos problemas evidentes de dicción, y unos recursos interpretativos "sospechosos", casi únicamente basados en sus ojos y su sonrisa (vale, es mona y mira bien, pero hay que pedir algo más), por no hablar de algunos otros de los actores, como el que hace de Jesús, Lucas Manzano, o Manuela Vallés, interpretando a Nuria, la hermana de Camino (que lo hace bien, pero que es víctima de una mala dirección de actores, ya que su rol parece más propio de una peli de terror gótico que de lo que nos ocupa).
Sí me gusta el ámbito descriptivo, los ambientes, la monocromatismo atemporal de la familia y de la Obra enfrentada a los multicoloridos años 80, al igual que la valentía de Fesser a la hora de mostrar los momentos oníricos de Camino (espectacular trabajo en FX de Raúl Romanillos); también me atrae la música de Rafael Arnau, el impresionante trabajo de Carme Elías como Gloria y, sobre todo, el de Mariano Venancio como José, el padre.