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España España · Oviedo
Voto de babayu:
8
Drama Walter Vale (Richard Jenkins), un profesor universitario de Connecticut que viaja a Nueva York, se ve envuelto en la vida de una joven pareja inmigrante a la que encuentra viviendo en su apartamento de Manhattan, un piso que apenas visita. Tarek (Haaz Sleiman), un músico sirio, y Zainab (Danai Jekesai Gurira), su novia senegalesa, viven allí porque alguien les ha alquilado el apartamento, haciéndose pasar por el dueño. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día, el actor Tom McCarthy se hizo adulto, y decidió empezar a escribir y dirigir pelis; su primera obra, Vías Cruzadas (The Station Agent), ya fue una pequeña gran muestra de una tragicomedia independiente, premiada por crítica y público (aunque, como suele suceder a menudo, no vista por la suficiente gente). En su segundo trabajo, nos deja una particular visión sobre la inmigración, sin grandes aspavientos, una mirada respetuosa, donde la economía expresiva da paso a la emotividad contenida, a la sutileza de una historia mesurada y maravillosa, en la que asistimos a la evolución de un personaje, un maduro profesor universitario de Connecticut, Walter Vale, a quien se le había "parado" la vida dos décadas atrás, hasta que conoce en Nueva York, por casualidades del destino, a la pareja formada por un sirio, Tarek, y una senegalesa, Zainab, ambos inmigrantes ilegales en esa antaño tierra de las oportunidades. Pero, ay, amigos, hubo una fecha, el 11 de septiembre del 2001, en la que casi todo cambió, y aquellos dos aviones dejaron algo más que un enorme hueco en lo que antes era el WTC, sembraron una semilla de miedo y desconfianza, los corazones se cerraron ante todo aquello que antes era bienvenido o, al menos, tolerado.
Los malos hados persiguieron a Tarek, confinado en uno de esos reductos del universal "vuelva usted mañana", aquí llamado Departamento Americano de Inmigración. Pero antes de ello tuvo tiempo de tocar el corazón de ese viejo profe hastiado de la existencia, ese sonido del djembé hizo que el prota redescubriera que hay cosas por las que vivir, por las que avanzar, lo mismo que un día hizo Mouna, la madre de Tarek, cuando tuvo que irse de Siria.
En definitiva, a pesar de la sensación amarga que nos deja, la peli es una maravillosa historia de cambio y renovación, cargada de humanidad y sensibilidad, con una incorrección política medida y razonable, tal vez cine político sin pretensiones de ser político.
babayu
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