Película que va de más a menos, hasta tal punto, que ni consigue un aprobado. Supongo, o quiero creer, que es una película de encargo del glorioso régimen con un mensaje de reinserción social de los presos por delitos comunes, digamos, brusco: los reinsertados son santos y los demás, hijo putas. Conde es un director del que conozco únicamente dos películas: la extraordinaria "Surcos" y "Los peces rojos", que también es una buena película. Por eso resulta más lacerante ésta, aunque sólo se salva él de la quema. Los personajes trazados a brocha gorda, sin ningún matiz, maniqueos y con un Alberto "Chencho" Closas que siempre tenía la misma cara, una dicción casposa y que siempre ayudaba a niños repelentes, interpretando a un personaje muy poco creíble. Si hoy es imposible que un médico vaya a la cárcel por hechos causados en el ejercicio de su profesión, en los años 50 era un milagro. Para más I.N.R.I, la película también tiene un tufo catoliquero que molesta al olfato y una mujer-florero muy casta y santa.

Tenemos que hablar de los "exteriores" porque te sacan de la película de un plumazo, a hostia limpia, como era menester en esos años. Esos trenes de juguete de Exclusivas Industriales S.A., que son una prueba irrefutable de nuestra idiosincrasia chapucera y cutre. Los programadores de esta "Historia del cine español", que emite la 2, deben ser iconoclastas. Desde luego, no le han hecho un favor a la memoria de este gran director, que posiblemente no contaba con medios para hacer esta película. Ellos mismos.