Russell Crowe, por el amor de una mujer, jugó con fuego sin saber que era él quien se quemaba. Y, por supuesto, dio todo cuanto fue.
Paul Haggis, que compuso una buena En el valle de Elah y una regular Crash, pone ahora al espectador en un brete: ¿hasta dónde puede uno llegar para cuidar de su familia? ¿El fin justifica los medios? ¿Cuáles son los límites de aquello que dice que en la salud y en la enfermedad? Y otra: ¿por qué Brian Dennehy, tan hablador siempre, aparece tan callado en LOS PRÓXIMOS TRES DÍAS?
Una pieza de entretenimiento correcta y un tanto exagerada, esta otra película de Haggis. Una película en la que acaso lo más brillante sean los cinco minutos de Liam Neeson, lo más increíble que haya quien pueda convertirse en MacGyver a través de tutoriales y lo más feo, claro, que, aun por una causa tan loable como pueda serlo el amor de una mujer, el hollywoodiense fin venga a justificar los muy delictuosos medios.