El programa, por lo general, comenzaba con música veneciana. Casi siempre Vivaldi, que es rapidito y alegre. Y era entonces que se olvidaban los problemas, que todo parecía más hermoso. Clásicos Populares se mantuvo en antena treinta y dos años y durante buena parte de ellos fue presentado por Araceli González Campa y Fernando Argenta. Por Fernando y Araceli, vaya. Y en torno de Araceli y de Fernando, como antes en torno de Rodri y de Carlos Tena y de Beatriz Pécker, creció una familia feliz de miles y miles de miembros.
Clásicos Populares mostraba a una España nueva que la cultura puede ser divertida, y que la música clásica es algo bueno: quizá lo mejor de todo. Se emitían, en Clásicos Populares, composiciones de todas las épocas y de todos los colores, y junto con espacios puntuales de información y divulgación se proyectaron, además, concursos, juegos y, como la de la Campaña Pro Lluvia, una serie de secciones más o menos fijas: Si Lo Llego A Saber Que Componga Su Madre, El Disco Hecho Cisco, La Obra De La Semana.
A la Campaña Pro Lluvia, una de las secciones mencionadas, se recurría, desde luego, en periodos de sequía; y, con el saludable propósito de lograr con su puesta en marcha que lloviera, o lloviese, se hacía sonar sin piedad la interpretación que del aria de la Reina de la Noche de La Flauta Mágica, de Mozart, había hecho Florence Foster Jenkins. Así, en base a la idea de que si uno canta mal y a los cuatro vientos se va a poner a llover, los miembros de la familia de Clásicos Populares pedíamos agua para el mundo usando la voz de la peor soprano en la historia de la ópera.
Stephen Frears, el director de Las Amistades Peligrosas, ha llevado al Cine a Florence Foster Jenkins. Y, aunque muy posiblemente no sabe nada de la Campaña Pro Lluvia de Clásicos Populares, también él, Frears, de alguna forma, ha usado la voz de la peor soprano en la historia de la ópera para mostrar a un mundo que sigue pidiendo agua otra de esas partes divertidas que tiene la cultura. Que, a pesar de que en la vida de Lady Florence hubo casi más drama que comedia, la película conmueve y emociona, impacta, distrae y recrea.
Hace ya tiempo que nos quedamos sin Clásicos Populares. El 31 de Julio de 2008, con un nudo en la garganta, Fernando Argenta, que se prejubilaba, puso fin a su programa con un espacio de cincuenta y tres minutos en el que no faltaron composiciones de Beethoven o de Barber, pero donde no cabían, sin embargo, juegos ni concursos ni secciones más o menos fijas. Y tampoco estuvo Vivaldi, don Antonio, a lo peor porque no era un día para la alegría sino de tristeza.
Hace ya tiempo que nos quedamos sin Clásicos Populares. Y sin Fernando Argenta, que falleció un martes de Diciembre del año 2013 dejando a miles y miles de oyentes que, como Foster Jenkins, olvidaban sus problemas con ayuda de la música, con un irreductible sentimiento de orfandad. Miles y miles de oyentes que, aún hoy, en periodos de sequía o disfrutando con las peripecias en pantalla grande de uno de los personajes que desfilaron por aquel programa, nos acordamos de que, entonces, con Clásicos Populares, todo, incluso la lluvia, parecía más hermoso.