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España España · K-PAX
Voto de PROT:
7
Comedia La famosa estrella del rock americano Nick Rivers (Val Kilmer) llega a Alemania Oriental para presentarse a un importante festival cultural. Pero este hecho forma parte de un plan para distraer la atención del mundo exterior sobre lo que está sucediendo realmente: el Alto Mando de Alemania Oriental, encabezado por el general Streck, se propone reunir nuevamente las dos Alemanias bajo un sólo Gobierno. Pronto Nick se verá envuelto en la ... [+]
10 de agosto de 2016
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Madre no hay más que una, qué duda cabe, pero aunque a Nick Rivers (que no es Julio Iglesias) lo encontré en la calle, entre las componentes de la sección femenina del equipo olímpico alemán, por cierto, es a él a quien echaré de menos más que a nadie. Y lo he probado todo, vaya: la embajada, el consulado, los representantes de las Naciones Unidas.
Nick representa lo más bonito de una época y, esporádicamente, de una tierra. Una tierra de frutas y de uvas. Tierra a la que una y otra vez regresábamos, tristes hombres, si es que tratábamos de escapar o bien por túnel o saltando la valla. Florentino Patatas, Tour Eiffel, Croissant. ¡¡La de saleros que llegamos a llenar!!
Por entonces, sabíamos de buena tinta que fue su padre, el padre de Nick, el que le puso el nombre, y sabíamos de buenta tinta, además, que Ramón Ramírez le había cortado el rabo al perro de San Roque. Conocíamos que los senos de Hillary desafíaban con alegría a la ley de la gravedad y asumíamos el riesgo de que, de tanto en tanto, nos sometiesen a varias judiadas: se decía de alguien que había oído hablar de alguien a quien habían hecho leer, violando los acuerdos de Ginebra, todo el listín telefónico.
Pero mereció la pena. Hillary, Nick y el doctor Flammond volvieron al final a Norteamérica, logramos frustrar entre todos la operatividad de la mina Polaris y apagar el fuego de la Antorcha y conseguimos, de paso, coincidiendo con las exequias del sargento Cantamal, cuyo estado no cambió, a todo esto, que Canapé dejase de sangrar.
En definitiva, una de esas comedias que, por disparatadas, por irrepetibles, convirtieron a los años ochenta en aquellos maravillosos años.
Qué cachondeo.
PROT
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