Acaso sea DOS BUENOS TIPOS una película para ver la noche de un martes en la tele, y no en medio de un patio de butacas. Que, en pantalla grande, hay cintas con cuyos detalles uno se dispersa o cuyo colorido o banda sonora le llevan a uno a despistarse.
Es muy posible que los creadores de DOS BUENOS TIPOS tuvieran L.A.Confidential como guía remota a la hora de componer su historia, y que Tarantino sacase dos o tres cositas de la obra de Shane Black para su Érase una vez en Hollywood, por lo que, por aquello de los socráticos silogismos, se puede decir que el ácido Quentin y Curtis Hanson son algo así como primos segundos por parte de Russell Crowe o hermanos por la vía de Margaret Qualley, hija a su vez de Andie MacDowell, descalza oficial de la Meca del Cine y dulce conejito.
Una aceptable opción para un martes por la noche, DOS BUENOS TIPOS. Una película pequeña con ínfulas de gran comedia que se deja ver en la tele y por la que probablemente, como también afirma alguien por ahí, no merezca la pena pagar, en una taquilla, diez o doce pavos.