Hoy el cine ha conseguido que olvide la edad que tengo y que ya han pasado más de 25 años desde que conocí a Mario por primera vez. Por un momento, me he lanzado de cabeza a un universo donde he visto confluir las tantas versiones de Mario a las que he jugado en mi vida, como si la pantalla se hubiese convertido en uno de los cuadros mágicos del castillo de Peach directo a mi infancia, frente al televisor con mis hermanos y peleando por el turno del mando de la videoconsola.

De presentarnos a los entrañables hermanos fontaneros Mario y Luigi en una vida laboral estancada en Brooklyn, nos embarcamos de repente con ellos en la entrada al reino Champiñón y de Bowser. A partir de aquí, ya todo es posible. Vamos a dejarnos de buscarle el sentido cinematográfico y los fallos de guión, porque estamos hablando de Súper Mario, que es un juego más simple que la tabla del 1. Si consigues dejar eso de lado, te encontrarás con hora y media de auténtico disfrute y risas.

En la película aparecen todos los personajes importantes llevados a un extremo de máxima adorabilidad, como los Toads, los Koopas, los Yoshies, ¡los pingüinos!, e incluso el mismo Donkey Kong con sus barriles. A Peach no la muestran tan remilgada, sino como una guerrera, y hasta al mismo Bowser le sacan su corazoncito. Han conseguido una combinación perfecta y armoniosa de ambientación de plataformas, música, escenarios míticos y fantasía. Un espectáculo para los sentidos.

La recomiendo para niños y adultos nostálgicos. Si eres más de los que opinan que el cine es un medio para la crítica social y la expansión cultural y consideras como una aberración las películas de entretenimiento, igual no es para ti. Hagas lo que hagas, yo me gastaba el plus en 3D, que aquí se nota la diferencia.

A disfrutar!