En 1974 nadie podía imaginar que "El justiciero de la ciudad" iba a convertirse en una trilogía, pero lo cierto es que el bueno de Charles Bronson gustaba en Estados Unidos, así que su director, Michael Winner, decidió explotar al máximo al atormentado Paul Kersey, en pro de su propio beneficio (es decir, lo que ahora hacen con cosas como "Saw", por ejemplo).

Una película de este tipo hay que verla con mucho sentido del humor. Un abuelete (porque el señor Bronson está ya talludito) que no para de soltar sentencias y matar a tipos que aterrorizan un barrio de Nueva York, de forma que parece la versión para adultos de "El equipo A".

Y poco más hay que decir: los malos son muy malos y crueles, la policía es más un estorbo que otra cosa y el señor Bronson es el único que sabe cómo deben hacerse las cosas, o lo que es lo mismo, guión plano y previsible, interpretaciones forzadas y muy poco virtuosismo tras las cámaras.

Según te pille el cuerpo, te puedes pegar una auténtica panzada de reír. Sin embargo, conviene saber perfectamente de qué tipo de película se trata antes de verla, porque de lo contrario uno puede terminar bastante aburrido.