"Dracula 2000" fue una película un tanto floja, pero que al menos tenía un pequeño punto de entretenimiento. Lo mejor de aquel film era que su final no dejaba lugar a una secuela, pero ¡qué equivocados estábamos!, porque a falta de una, ya existe una trilogía entera; afortunadamente han tenido el buen gusto de sacar las dos partes posteriores directamente a vídeo y la oferta en los video-clubs es amplia y variada como para caer en la tentación de ver peliculitas como ésta, que no aportan absolutamente nada al género, aburren hasta la saciedad y carecen por completo de una historia que contar, limitándose a resucitar a Dracula, que por lo visto, estaba muy bien muerto. Jason Scott Lee es un actor que empezó haciendo buen cine como "Dragon", pero que va de mal en peor. Caso parecido es el del veterano Roy Scheider, un actor de muchísima calidad como para perderse por estos lares, donde lo único atractivo es ver a la playmate y ex-vigilante de la playa Brande Roderick, aunque su papel es de escaso interés. En una palabra: un bodrio.