Lo cierto es que si se conoce la trama con antelación puede no llamar demasiado la atención, y más cuando no es una serie demasiado conocida. Sin embargo yo, que nunca he sido una gran amante de la ciencia ficción o al menos de la ciencia ficción entre comillas o dudosa, ni de los romances de ficción juveniles que tan de moda están ahora entre humanos y vampiros, hombres lobos o cualquier ente extraño con forma humana, debo confesar que esta serie me ha dejado un muy buen sabor de boca. Si bien durante la primera temporada pude llegar a dudar debido a que la atención de la trama se centraba básicamente en la historia de amor entre los diversos protagonistas, durante la segunda temporada suceden y suceden cosas sin parar que hacen que uno se enganche y que acompañe a los protagonistas en su lucha por mantener a salvo su secreto.

Aquellos que hayan disfrutado con Kyle XY no creo que se vean decepcionados con esta, aunque mientras la primera fue cancelada dejando infinitas preguntas sin responder, Roswell acaba, a mi parecer, justo cuando debe acabar, convirtiéndose las tres temporadas en tres etapas que van de menos a más madurez tanto del guión en sí como de los protagonistas (sigo remarcando que a mi parecer la mejor es la segunda temporada). Además cuenta con algún capítulo que sorprende verdaderamente y que se convierte por si mismo en una pequeña joya, como es el caso del capítulo “verano del 47” de la segunda temporada.

En definitiva, Roswell, que no es una grandísima serie pero tampoo una serie del montón, acaba justo cuando las trifurcas amorosas podrían empezar a haber sido pesadas, así como la aparición de más enemigos habría sido poco creíble, es decir, justo cuando debía, con un final a mi parecer sencillo pero agradable, un bonito final para una historia bien contada sobre tres alienígenas que aparecieron en un desierto a las afueras de un pequeño pueblo de Nuevo México.

(Para disfrutarla al máximo, ver en V.O.S)