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Voto de Jorge Grisales:
7
Western. Drama. Aventuras Los Alpes austríacos, mediados del siglo XIX. Poco antes de que comience el duro invierno, un forastero llega a caballo hasta un aislado pueblo de las montañas. Aparece con su cámara fotográfica, viene desde la lejana y mítica América de los indios y cowboys y se hace llamar Greider, pero nadie sabe quién es ni qué ha venido a buscar a un rincón perdido entre las nieves. La violencia flota en el aire en este pueblo de leñadores, ... [+]
8 de diciembre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
EL VALLE OSCURO
EL PECADO ORIGINAL
Generalmente en la raíz de toda buena película, en su subtexto, se encuentra algún mito conocido. Mis esfuerzos de lectura de toda película, se inclinan, con frecuencia, a descubrir cuál es ese mito subyacente. En ocasiones es evidente, en muchas otras no es tan fácil, y es necesario abordar la lectura desde otra perspectiva. En el caso de EL VALLE OSCURO me permito proponer la idea de “el pecado original”; veamos por qué.
En primer lugar debo decir que es esta una película lacónica, de pocas palabras; la forma narrativa es escueta, y especialmente visual (la cantidad de diálogos no sobrepasan unas cuantas páginas) es decir debemos deducir la fábula progresivamente, en la medida en que la película nos va suministrando la información. De este modo logra mantener y alimentar nuestro interés y así mismo nuestra atención, incrementándolo con el desarrollo narrativo. Una razón posible de esta forma narrativa se anuncia al principio. Al empezar la película la narradora nos dice que “hay cosas terribles, que sabemos, pero que es mejor no decir”. Y al final sabremos qué es aquello tan terrible. Se trata de lo que yo llamaría “nuestro pecado de origen”. Greider ha regresado para realizar una escena trágica: matar a sus medio hermanos, y a su propio padre. Al final, cuando Greider se dispone a hacerlo, y nosotros, espectadores asombrados e irritados, comprendemos la razón de su venganza, le damos a Greider nuestra venia, y asistimos complacidos al acto de justicia. Incluso, el propio padre, en acto, quizá de conciencia de su pecado, acepta sin resistencia su muerte. De este modo, nos priva un poco del placer de la venganza, y queda solo como frío acto de justicia. Se convierte solo en algo que no nos agrada, pero que debe hacerse. Es el fatum humano, que significa al mismo tiempo, destino y fatalidad.
El dilema de Greider (equivalente al drama de Hamlet de “ser o no ser”) Le coloca en el trance de actuar, al mismo tiempo, como juez, verdugo y víctima. El pecado cometido por su padre (la violación de su madre) de la cual, él es la prueba. Lo colocan en el centro de la tragedia. Greider es el hijo del pecado, es el pecado mismo. Y Greider se enfrenta al dilema moral de su propia existencia. Matar a su padre y hermanos es, (asusta solo pensarlo) es una venganza necesaria, una obligación moral. Al hacerlo, Greider se mata a sí mismo. Cuando digo esto pienso inmediatamente en los suicidas; es factible pensar que todo suicida, en algún momento, se dice a sí mismo: ”Yo no debería vivir”. Y, acaso, al terminar la película, en el fondo de nosotros mismos, no se acomoda la idea de que seres como el padre de Greider y sus malvados hijos no deberían existir?
Jorge A. Grisales
Jorge Grisales
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