Ríos y ríos de tinta se han escrito desde que esta película comenzó a rodarse hasta que por fin se estrenó.
A mi me parece que indiferentemente de las creencias que poseas, esta tercera película de Mel Gibson como director merece ser vista por todo aquel que disfrute con el cine bien hecho, las historias bien contadas, y las imágenes bien rodadas.
La fuerza visual que posee La Pasión es suficiente para que el que los diálogos estén en arameo y latín no nos importe lo más mínimo (cosa que, por cierto, le da mayor realismo y originalidad a la historia).
La crudeza con la que se nos muestras las últimas doce horas de la vida de Jesucristo pueden llegar a hacer quitar la vista de la imagen al espectador, pero esa crudeza de la que tanta gente se ha quejado la vemos en subproductos de acción todos los meses. En esta ocasión, las imágenes gozan de un lirismo y una vitalidad que pocos directores pueden dar.
Mel Gibson ha demostrado con creces que es un grandísimo director. (Graham Hess)