Tomando conceptualizaciones propias y de varias corrientes filosóficas y psicológicas acerca del mundo de los sueños. Nolan desarrolla esta producción que va a quedar en la historia del cine. Con un despliegue visual y sonoro deslumbrante, el director intenta adentrarse en el inconsciente humano a través de Cobb (Di Caprio) y todo su equipo, para modificar la realidad de los sujetos.
El onirismo es tal, que el espectador vivencia cierta experiencia de despersonalización, hasta incluso varios minutos después de haber terminado la cinta.
Hay un error conceptual en la película bastante grosero, no se trata del subconsciente, sino del inconsciente, ya que son entidades psíquicas muy distintas.
Ya el psicoanálisis había dicho que lo importante en un sujeto es la realidad psíquica y no la fáctica y esta es una de las lecturas que se desprende de este mega film, que requiere verlo como mínimo más de una vez.