Además de decirnos que no puede pasar de los años 80, entre rojos y papeles pintados de la Transición, Almodóvar puede darse por vencido. Si Emma Suárez es capaz de interpretar entre plano y contraplano es por su gran altura como actriz. Pero claro, Almodóvar contenta a los críticos que siempre están sesudamente pensando que cuando se mueven los ojos es para decir algo, que nadie entiende, solo quienes han leído y visto un cine más que trasnochado y fuera de la mente del espectador, ¡Bravo!, solo yo lo entiendo. Las valoraciones son completamente absurdas y tan falsas como las copas que se tomaran con el director.
La película es aburrida hasta la saciedad, sin que el espectador pueda hacer otra cosa que sentirse estafado, pero eso no aburre a la elitista crítica, película inconexa y sin desarrollo, eso sí, con mucho simbolismo casi de manual de cine, ciervo en celo, sexo, pero con bragas, no vaya a ser que los espectadores de EEUU se escandalicen de ver que eso se hace sin ropa interior; escultura emasculada, hombre muerto. ¡Venga ya!, por favor, seamos serios, la película es decadente insulsa y sin más lujo, que el comprobar que el director no puede vivir sin penar, y además aburrir a los demás, pero seguro que los espectadores internacionales harán largas e incompresibles referencias, a la trasnochada "novelle vague".
Pero, eso es la modesta opinión de quien ha seguido visto y estudiado a Almodóvar, no solo por lo divertido, sino por lo que aportaba a cine español, ahora, le toca reinventarse o pasar a ser el director y guionista de los ignotos consumidores del cine que no aprecia nadie, y menos al espectador que le gusta sentir y amar el cine.