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España España · Laguna de Duero
Voto de mantaypeli:
8
Thriller. Acción. Drama Año 1987. La ciudad de Sevilla se prepara para acoger la Expo del 92. Ángel (Mario Casas), un joven inteligente y ambicioso, aspira a ser inspector de policía, y entró en el cuerpo intentando respetar la ley. Rafael (Antonio de la Torre), en cambio, es un policía expeditivo, contundente y arrogante. Junto con Miguel (José Manuel Poga) y Mateo (Joaquín Núñez) forman el Grupo 7, un conjunto de policías sin escrúpulos, dispuestos a todo ... [+]
13 de noviembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de su reciente estreno no quise saber nada de esta película. Hui de todos y cada uno de sus trailers, promos, cómo-se-hizo y demás zarandajas con las que ahora, a poco cine que hayas visto, te destripan el argumento y te quitan las casi ningunas ganas que te queden de ir a ver una película -española, para más inri- a un cine. Y lo logré. Sin embargo, cada vez que escuchaba hablar de Grupo 7 a mis recuerdos regresaba aquella cinta titulada Nadie conoce a nadie, ópera prima en largo de Mateo Gil. La aparente sinrazón de mis enlaces mentales era, claro, Sevilla. La verdadera protagonista de ambas películas. Empero hay una diferencia abismal entre ambas. Si bien aquella películilla de finales de los 90 supuso el titubeante debut del escudero de Alejandro Amenábar, este serio policíaco supone la consagración de Alberto Rodríguez como un solvente cronista social.

Grupo 7 es una buddy movie a la española ambientada a finales de los años 80. Un país que comenzaba a despertar del sueño del Mundial 82 y se preparaba para organizar, una década después, una Exposición Universal que colocaría a Sevilla como referente de modernidad y progreso. O no. Eso es lo que esta película nos cuenta y para ello utiliza como pretexto el ascenso y declive de un grupo especial de la Policía famoso por sus poco ortodoxos métodos de trabajo.

Prácticamente todo funciona a la perfección en este thriller policíaco en el que la dirección de actores y la ambientación son sus puntos fuertes. No tanto la historia que se nos cuenta, la cual tras una aparente sorpresa inicial se torna muy convencional y más preocupada del cómo que del qué. En este punto cabe destacar el soplo de aire fresco que supone la presencia en el casting de dos excelentes actores secundarios: Joaquín Núñez (Mateo) y Estefanía de los Santos (‘Caoba’). Por su sola presencia se justifica el precio de la entrada. Pero hay más. Antonio de la Torre vuelve a erigirse en el auténtico protagonista de esta cinta que cuenta con el gancho para el gran público de Mario Casas, un actor aún por hacer, mientras que Inma Cuesta defiende con profesionalidad su episódica participación en el filme.

El director Alberto Rodríguez (7 vírgenes, After) demuestra conocer a la perfección cómo moverse por las intrincadas callejuelas y los punzantes descampados sevillanos. Las localizaciones son espléndidas y transportan al espectador a esa España que estaba por hacer y que quizá nunca terminó de construirse. Aquellas ruinas de la presunta modernidad, del espejismo de una Europa que veíamos a años luz, se nos muestran con intención naturalista y, lo más curioso, sin efectos especiales. Resulta quizá más impactante comprobar cómo 20 años después aquellas barriadas siguen estando ahí. Quizá eso es lo que más nos hace pensar, por encima de la traición, la ética, la vanidad, la avaricia o la ambición sin límites. A esto ya nos hemos acostumbrado a fuerza de verlo a diario.
mantaypeli
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