Esta peli de robos de coches puede servir para echar la tarde, siempre y cuando lo complementes con un cubo de palomitas de estos que acaban por dormirte la lengua y secarte los labios hasta extremos terribles pero sabrosos.

Y es que la historia avanza tan atropelladamente que lo único que te acaba interesando es la persecución del final (del final, pero que dura casi media peli). De los personajes no se recuerda ni uno, y su misión de robar dios sabe cuántos coches, que parece una tarea la leche de compleja (y lo dicen ellos, no yo), la van solucionando tan como si nada que cuando les surge un problema piensas: «Lo he tenido yo peor para calentarme las palomitas». Luego te viene la persecución, bien rodada, pero que dura tanto que en según qué momentos cansa un poquillo, y encima te intercalan de cuando en cuando, sin venir a cuento, a un notas entrevistando a la gente que la han estado viendo. Pues mira qué bien, yo la estoy viendo todita toda, y si no fuera por ti, pesao, la vería sin cortes publicitarios.

Vamos, que aburrir no aburre, pero no es útil para nada más que para matar el tiempo antes de irse por ahí de fiesta o lo que sea.