MINARI nos ofrece una historia familiar, impregnada de valores, en la que se pone de manifiesto la dureza de las vidas de los inmigrantes que tienen que empezar de cero para conseguir el sueño americano.

El director opta por la construcción de un bello relato, sobrio y detallista, bien expresado y sin exageraciones, donde se cuenta lo que se debe, sin salirse de la cotidianidad de la vida de la familia coreana que lucha por conseguir sus anhelos, más bien los anhelos de un emprendedor padre, y como su familia, hace enormes sacrificios por mantenerse a su lado.
LEE ISAAC es también el artífice del bello guion, estructurado como una obra teatral pero en exteriores, prácticamente visionando únicamente las vicisitudes de la tierna familia.

Para acompañar dicha vida, se nos regala una bella banda sonora, que ya desde el comienzo nos acompaña, y una preciosa fotografía, que nos ofrece bellos planos de la naturaleza que rodea a la familia.

STEVEN YEUN se dio a conocer en WALKING DEAD y desde que le hicieron papilla el cráneo, ha tenido una exitosa carrera, en esta ocasión, encarna al padre de familia, siempre cigarro en boca y trabajando de sol a sol, realizando una brillante interpretación. A su lado, su sentimental familia, la guapa madre YERI HAN, los pequeños NOEL CHO y el tierno ALAN S. KIM, que junto a la abuela YOUN YUH-JUNG, consiguen los momentos más enternecedores del film y los trabajos más destacados.

Lo más meritorio de MINARI es que nos expresa una dura historia, mostrándonos situaciones muy tristes pero sin excederse y hacer daño, consiguiendo una perfecta mezcla entre dureza y ternura, todo desde la visión de los ojos rasgados del protagonista y su curiosa relación con su abuela, enfrentando sabiduría a inocencia.
Seguro que la historia hace las delicias del pueblo coreano-estadounidense. Comentar que es muy interesante ver como se utilizan los dos idiomas a lo largo del metraje y jugando con dicha situación.
Otro punto muy destacable es que durante los 113 minutos y a pesar de lo que visionamos, la sonrisa estará patente en las caras de los espectadores en multitud de situaciones, cosa de gran valor sopesando lo que se nos relata.