Hace poco, escribiendo sobre "Criaturas celestiales" (el anexo más próximo en la filmografía de Jackson a ésta "The Lovely Bones") hablaba sobre la dificultad que había en hacer confluir dos mundos totalmente distintos (el real y el fantástico) sin que nada se resintiese en la estructura del film, y el regusto es bien extraño cuando la parte más fantasiosa del último film de Jackson, no sólo parece un cúmulo de emplazamientos y símbolos totalmente arbitrarios, sino además en muy pocas ocasiones llega a tener cohesión con la parte real, esa donde intentan convivir los seres queridos de Susie una vez ella ha muerto.

Quizá, dentro de lo que cabe, lo que mejor resuelto está dentro del relato es eso: el hecho de que sus personajes no prosiguen con sus vidas tras el asesinato como hubiese sucedido en cualquier otra historia, y todos ellos escogen tomar caminos disconformes que les llevan a decisiones que sólo apuntan a un hecho: intentar superar la muerte de Susie. Y aunque eso sería lo más lógico, aquí como mínimo no se nos vende la típica mentira sobre una familia unida, porque cuando un acontecimiento así ronda el seno familiar, la conjunción se resquebraja y el desacuerdo aparece como una daga que, con angustia, puede llegar a romper todos los lazos afectivos trazados hasta el momento. Por desgracia, todo esto sólo lo vemos, no lo sentimos.

Cuando llega lo que todos esperábamos, la pizca de Thriller que acompañe lo dramático, uno ya está completamente deshinchado debido a esas incursiones que irrumpen constantemente en la historia de la familia Salmon para introducirnos pasajes que, casi en su totalidad resultan desechables porque ni nos transportan a las sensaciones de la pequeña Susie, ni aportan absolutamente nada más que motivos en los que haber invertido el coste que debió tener esta producción.
Sería injusto, de todos modos, no destacar una de sus mejores secuencias en clave de intriga, que pese a lo mánido de la situación que nos presenta, está llevada con tal pulso que llega a sumergirte, por un momento, en lo angosto del mismo. En este mismo apartado, cabría destacar a un Tucci que está fantástico, y aunque el diálogo en ocasiones no acompañe, el intérprete saca lo mejor de sí para otorgar un recital y no dejar que ni un sólo actor le haga sombra a lo largo del metraje. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de una Weisz que en ningún momento alcanza su potencial, o de una Saoirse Ronan que deja una actuación de lo más mediocre, de la que basta decir que es superada con creces en el poco tiempo que aparece la actriz que hace de hermana suya en el film, Rose McIver.


(Termina en el Spoiler, sin Spoiler)