El tiempo corre y las ideas escasean, así que a falta de ellas, mejor tomar prestadas las que ya dieron resultado en su día. El remake es uno de esos modos idóneos para reciclar ideas y se ha convertido ya en uno de los negocios del nuevo siglo a pasos agigantados, pues junto con precuelas o adaptaciones de series de los 70-80, se ha hecho un hueco en las agendas de todo productor Hollywoodiense que se precie.

El modo de encauzar un remake, puede ser muy distinto dependiendo de quién esté tras las cámaras y cuales sean las pretensiones del mismo autor (amen de imposiciones de productores), así que se podrían disponer en tres grupos perfectamente: Con un poquito de decencia, intentando aportar a la obra original algo distinto, sugestivo o nuevo, con algo de decoro, dejando los acontecimientos de la anterior versión en manos de un cineasta de corte no tan clásico o con mucho morro y poca vergüenza: Calcando plano tras otro el molde previo.
Este último, es probablemente el caso más flagrante, puesto que el propio director decide acogerse a un ostracismo cinematográfico poco común, regalando al espectador exactamente las mismas secuencias, planos y acontecimientos que ya contenía el anterior trabajo, sin variar absolutamente nada en un afán patético por recaudar, pero siempre alegando motivos que van más allá de la gratificación económica y que en ningún caso logran convencer a nadie.

Ya sucedió con la "Psycho" de Gus Van Sant, allá por el 98, donde el autor alegaba ironizar sobre el panorama del cine antes de entrar en el nuevo milenio. Su film cayó en picado y su credibilidad como autor se vio torpedeada por multitud de críticos que se le echaron encima.
Ahora, Haneke con su "Funny games U.S.", pretende trasladar el mensaje que ya tenía la versión del 97 a un sector más amplio del público, pero sin embargo, algo es distinto, pues pese a poseer una planificación que es absolutamente calcada al original, no se ha sabido acatar que un autor de culto para muchos haya actuado de ese modo, y se le ha terminado perdonando la jugarreta.
Aun así, este remake no pasa de ser otro de tantos productos que sólo buscan recaudar nuevamente, y aunque los fans de Haneke hayan decidido hacer la vista gorda, no hay nada más deplorable que ver a un autor traicionar su propia carrera y a sus propios seguidores por un fajo de billetes, pero así es el juego de Hollywood. Y o entras en él, o te quedas en Austria rodando películas que sólo verá una minoría.