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España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
8
Romance. Drama Elizabeth (Norah Jones) es una joven que comienza un viaje espiritual a través de América en un intento de recomponer su vida tras una ruptura. En el camino, enmarcada entre el mágico paisaje urbano de Nueva York y las espectaculares vistas de la legendaria Ruta 66, la joven se encontrará con una serie de enigmáticos personajes que le ayudarán en su viaje. (FILMAFFINITY)
22 de diciembre de 2008
51 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jude Law tuerce su boca con una visible mueca cada vez que sonríe, Norah Jones se desvive por una sombra del pasado y grita desconsoladamente por ello, Rachel Weisz impone con su presencia y derriba el celuloide con ese marcado carácter, David Strathairn bebe, olvida y se tambalea de un lado a otro, y Natalie Portman se mueve como si estuviese en un escenario de Broadway, con una garra y un descaro que servidor pocas veces había vislumbrado en un film de Wong Kar-Wai.

¿Y cual es el dilema? podría preguntarse más de uno.

El dilema es que no hay dilema. Que Wong Kar-Wai ha pasado de la sutileza, delicadeza y tacto de su etapa hongkonesa, donde los intérpretes orientales lograban que se palpase una armonía y una calma patentes en pantalla, a la contundencia de unos caracteres mucho más marcados y descomunalmente distintos, que están directamente en el extremo opuesto.

No, no se engañen. No hablo de que Kar-Wai haya perdido esas virtudes que le hacían único, hablo de que, no sólo las ha conservado trabajando con unos actores que no tienen nada que ver, sino además ha sabido componer tres relatos trágicos, lúcidos, bellos y ponerme, de nuevo, un nudo en la garganta con esas composiciones de imágenes, neones, luces y música tan espléndidas, que llenan la pantalla y la retina del espectador, y le invitan a seguir disfrutando y padeciendo con esas desoladoras historias de búsqueda, amistad y comprensión. Historias en las que no es necesario entrar, ellas te invitan a sentarte entre sus personajes, y a ser uno más.

Pasen pues, y acomódense en esos pequeños baretos, a observar las cintas de Jeremy y tomar tarta de arándanos, a oír, de nuevo, como Arnie comenta que es su última noche, a sentirse cautivados ante el radiante ímpetu de Sue, a acompañar a Leslie en su pequeño periplo. Pasen y siéntense, a disfrutar, a padecer, con Wong Kar-Wai.
Grandine
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