Belén Macías y Arantxa Cuesta, las ¿guionistas? de este pitorreo, se lucen de buen comienzo y durante su primera media hora lo único que observamos es un revoltijo de secuencias inconexas donde las protas se drogan, echan polvos (aunque sólo haya mujeres en la cárcel, da igual, el par de bollos están ahí para dotar al film de marras la dosis de tetas correspondiente), celebran su reencuentro, la lían parda y, como no, inician un taller de teatro, que de eso iba la peli, por cierto, aunque no lo parezca. Así que con tan pírrica presentación, uno no sabe si está en una cárcel o en una rave barata donde no daba para recinto y las enjaulan.

Si eso fuera lo peor, sin embargo, todavía podríamos estar hablando de una cinta decente, pero que sea floja, o que resulte fallida en algunos aspectos.. podría pasarse por alto, si no hubiese algo todavía más flagrante: escudarse en el hecho de contar una historia real o basarse en ella para, de ese modo, obtener cierta simpatía de un público que generalmente se vuelve cómplice ante productos del estilo de "El patio de mi cárcel".

Por mucho que sea un debut, y aunque el tema tratado resulte más que interesante (eso hace todavía más desolador el hecho de desperdiciar una idea así), no se puede ser cándido ante una película que ofrece de todo al espectador menos un drama bien compuesto o compacto, más bien, y tras ese inicio, lo único que hallamos son un puñado de personalidades mal trazadas que circulan por la pantalla sin pena ni gloria, sin ganarse la empatía del espectador, sin realizar una reflexión acertada y disponiendo sólo de un corta-pega de situaciones mal montadas, mal presentadas y tan mal desarrolladas que te importa terminando un comino lo que suceda en el patio de esa cárcel. Como si Echegui, Peña y Arévalo se montan un trío ahí enmedio, que poco les falta, no lo duden...