Al leer su sinopsis, uno ya sabe exactamente que conclusiones sacar de "La habitación de Fermat" para afrontarla sin demasiado desdén: Giros argumentales por doquier intentando dar algo de dinamismo al guión y actores, en su mayor parte, televisivos, queriendo sostener unos personajes a los que, lo único que se les pide, es que nos mantengan en tensión durante el tiempo que dura el film.

Lluis Homar y Federico Luppi, no necesitan mucho más que presencia para destacar, y aunque Luppi esté ciertamente descolocado, no aporte demasiado y resulte un personaje de relleno, otra baza de la trama, son tipos cuya aparición siempre agradeces.
En cuanto a los novatos, destacar en especial el papel de Millán, al que muchos encasillamos en su famosísimo rol de graciosete cuando aparecía en "La cosa nostra" (qué tiempos aquellos...), y ahí pareció quedarse, dando vueltas como un péndulo y saltando de comedia en comedia nacional (que si Oristrell, Pons, "Vivancos 3", cameos varios, etc..), pero que aquí destaca verdaderamente dentro del espacio que le deja un grande como Homar.
Sobre los demás, no diré demasiado: Sauras lo intenta pero no puede, le falta garra, énfasis en su personaje y más contundencia, y el personaje de Ballesteros simplemente está mal dibujado, así que poco más puede hacer la pobre.

Sobran, eso sí, las referencias cómicas salidas del mismísimo Club de la comedia (con razón...) que, amen de no pintar nada, resultan fuera de lugar y demasiado forzadas como para caber en una cinta así ya que, exceptuando un par de ellas, las demás no funcionan.

Puede que la trama no sea original, y que su desarrollo sólo contenga chispazos que se van apagando por el empeño en realizar cada vez más maniobras y en imponer acertijos demasiado obvios (en algunos casos) a los protagonistas, pero lo cierto, es que dentro del género que abarca, se ve con ligereza y hasta con media mueca de satisfacción. Y es que, después de todo, no está nada mal.