Haz click aquí para copiar la URL
España España · Honor al Sabadell!
Voto de Grandine:
9
Thriller. Terror Esta obra fragmentaria, que carece de diálogos, penetra en la vida de una niña que es observada por el ojo de una cerradura. Film experimental y de impecable factura que avanza a golpe de sensaciones, siempre filmadas a flor de piel. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2009
49 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
1. Color

Una habitación, algo parecido a una bruja y una niña deambulando por los pasillos de una casa. Con cautela, huyendo, escondiéndose, en uno de esos eternos juegos infantiles que bien podrían recordar a los pasillos de "Suspiria", a su intrincado suspense, a sus prudentes pasos y, de repente, el color. Filtros de distintas tonalidades y gamas, iluminación tenue e inquietante, juegos sincopados de luminosidad bien empleada... todo un mundo de color para jugar con las sensaciones y atmósferas, para lograr que un extraño y sencillo juego se transforme en un atrapante pasaje por el que descender con la misma cautela que su protagonista, y sumergirse en un universo de emociones con tan sólo una base de lo más elemental.

2. Sexualidad

Una niña, ya convertida en mujer, pasea con su madre cerca de una carretera de pronunciadas curvas. La cámara, sin embargo, opta por seguir otras curvas: las de rostros, siluetas y melenas de lo más sugerentes. El encuadre es elegante y, con él, un remolino insinuante recorre con rapidez el fuero interno del espectador para, así, lograr comprender lo que vendrá justo a continuación: miradas y miradas expectantes, que desnudan una figura y la desprotegen dejándola sujeta a contornos y el increíble candor que parece transmitir una muchacha como esa. Es sexualidad pura, lujuria y una auténtica explosión tras un angelical rostro, una sinuosa silueta, una melena oscilante... sólo coartados por la mano de un ente materno que derriba esa sensualidad en un certero instante, para despertarnos de lo que parecía un sueño.

3. Guantes

Un taxi nos lleva de viaje y, en él, aquella muchacha que con sus curvas provocaba estragos siendo conducida a un remoto lugar por un taxista.. de guantes negros. Una seña, un color, un simple objeto que, con tan poco, dice tanto. Simplemente un plano basta, y la seña es dada para que suceda lo esperado, que nos lleva a una casa, una casa repleta de espacios, rincones y puertas que se abre ante nosotros como un espejo en el que ver reflejado el auténtico terror de una mirada, el tembloroso pulso de unas manos palpando pomos y los inciertos pasos de alguien que no sabe hacía donde se dirige exactamente. En cuanto los guantes negros interceden de nuevo, la desnudez vuelve a nuestras retinas, y sólo un enorme cartel, rojo sangre, nos saca de esa pesadilla casi surrealista retornándonos a una realidad a la que quizá todavía era demasiado pronto para volver.
Grandine
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow