Así da gusto. Con un guión cojonudo, que nunca deja un cabo suelto y que todo lo que abre, lo cierra, Richard Shepard dirige esta genial comedia con una vis dramática que se desata bastante bien para hallarnos ante un producto de este tipo.

Partiendo de una base tan inverosímil como resulta que un asesino a sueldo comparta sus penas con el primer tipo que se encuentre, el realizador nos brinda un entretenimiento que, además de mantener a la expectativa gracias a su corta duración, enternece a ratos y logra sacar alguna que otra sonrisa gracias al desvalido personaje interpretado por Brosnan.
Y es que, el actor que dejó su carrera en manos del agente 007 hace ya cosa de unos años, tras desligarse del papel que lo lanzó a la fama, ha aprendido a parodiarse y sacar su lado más cómico en películas como la que nos ocupa, relanzando así su carrera y ofreciendo otros matices que, obviamente, con el agente Bond no lograba ni de puro cachondeo.

Tener a un tipo como Greg Kinnear acompañándole, al que siempre parecen darle papeles a su medida, sólo hace que elevar el nivel de "The Matador" haciendo de ella una de las grandes sorpresas de 2005 ya que, tirando de una historia sencillita se le saca partido, no sin necesidad de introducir algún giro de lo más satisfactorio e inteligente, que son los que terminan dando un punto extra a la cinta, por estar bien resueltos, por no dejar incógnitas a medio camino y por ofrecer un contrapunto a esa soledad que nunca llega a ser explorada del todo, ni falta que le hace.

Buen giro a la carrera de Pierce Brosnan, y una distracción de lo más agradable. Bastante recomendable.