El pequeño de los Trueba se pasa por el forro ciertos aspectos de la novela que traslada. No, ya no hablo de rigor o perspectiva, puesto que no he leido su base y siempre he comprendido el significado del concepto adaptación, pero una cosa es eso, y otra cambiarle el sexo al protagonista (en este caso, femenino) para meter en el ajo a tu esposa. Luego, pasa lo que pasa, y hay que rellenar la historia con subtramas que no vienen al caso. Eso por no hablar de las limitaciones de una actriz como Ariadna Gil, que me parecerá guapísima, porque una cosa no quita la otra, pero sus carencias quedan bastante patentes.
Eso sí, luego aparece por ahí el escritor siendo entrevistado y contando lo buena que le parece la peli, que hay que tenerlos gordos, también. La única pregunta que se me ocurriría hacerle a mi sería "¿En el pecho o en la cara?", el pollazo, claro, porque hay que ser pringao para que se rían de ti en tus narices, y seguir fingiendo agrado. Pero mucho.

Eso sí, no sólo queda ahí la cosa, sino que además, el amigo Trueba se da el gustazo de añadir secuencias rodadas a modo documental, rompiendo el planteamiento realizado en su inicio y demostrando su nulidad.
Nulidad, sí, porque hay que ser nulo o directamente no confíar ni un ápice en tus posibilidades como narrador para meter cachos que se intuye a la legua están sacados de entrevistas realizadas en formato documental, y no otorgar una continuidad a lo que estabas contando, ofreciendo esos testimonios con una forma muchísimo más acorde al dramatismo que pretendes dar a tu obra.

Para colmo, luego llega la baza sensiblera, y no sabes donde dejarlo antes: Si cuando aparece, por primera vez, esa fotografía grisácea que pretende derrochar tristeza y lo único que logra es que veas como el director ha sacado, nuevamente, la vaselina, o cuando los intentos por dispensar un sentimentalismo de lo más barato a "Soldados de Salamina" salen a la luz, y le dejan a uno en pompa y con los ojos entreabiertos que, repito, es como debió quedar el escritor de este tinglao tras asentir ante esta chapuza patria, que ni posee entereza, ni dignidad, ni muchísimo menos una base sólida sobre la que imbuir al espectador las sensaciones que se supone deberían salir de la pantalla y envolverle. Pero claro, aquí lo único que sale de la pantalla son diálogos de baratillo y personajes endebles, pa qué más...