Para comenzar, digamos que se trata de una historia en la línea de Kramer vs Kramer (1979), donde el desgarro se centra en la separación de unos padres con un hijo chico de por medio. La trama, además de reconocible, es por de pronto predecible: Ella (Scarlett Johansson), una actriz destacada, casada con un exitoso director teatral que la opaca, y del que necesita liberarse para surgir e independizarse profesionalmente; él (Adam Driver), un marido absorto en el éxito y la creación de Brodway, un ambiente competitivo que lo aliena y aleja sin querer de su pareja.
Por supuesto, con un elenco probado y la buena dirección de Noah Baumbach, la fórmula funciona y emociona casi de principio a fin, aunque algunas escenas y personajes son redundantes o demasiados arquetípicos de la TV americana. Pero todo se subsana con las soberbias actuaciones de los protagonistas.
No obstante, algunas escenas me parecieron sobreactuadas (por ejemplo, aquella en que la pareja se gritonea descontroladamente en el depto. provisorio del padre - ubicado en una suerte de condominio residencial-, y a plena luz del día, merecía la aparición preventiva de la policía, a mi entender. ¿O no? En fin...). Pero pareciera que Netflix no escatima recursos melodramáticos, con tal de captar a todo tipo de audiencias, aún en desmedro de cinéfilos más exigentes.