Dentro de la gran cantidad de mediocridad (cara) que genera la industria del cine podemos encontrar de vez en cuando películas interesantes que no pasarán a lahistoria, pero cuyo visionado debería ser mayor ya que, al menos, cuando terminas de verlas no tienes la sensación de haber perdido un par de horas de tu vida (y el dinero que se invirtió en la producción).

Este es el caso de Black Death. Una película que, sin tener una gran historia sobre la que sustentarse, es mejor a la media del cine habitual por su estupendo reparto, banda sonora, vestuario, ambientación e incluso el final de la historia.

Descubrí esta película viendo la filmografía de Sean Bean (El Señor de los Anillos, Juego de Tronos o Ronín) y la de Christopher Smith (Creep, Triangle o Desmembrados) y me extrañó que fuera desconocida para el público.

La historia nos sumerge en una Edad Media oscura e infectada por la peste negra en la que un grupo de mercenarios bajo las órdenes de la Iglesia se dirigen, guiados por un joven monje, hacia un pueblo en un pantano donde no hay noticias de epidemia y si de nigromancia y magia negra.

El argumento es de lo más atractivo y quizás hubiera deseado un mayor desarrollo de personajes y de historia, pero aún así está bastante bien (algún detalle para quitar, desde luego) y todo se culmina con un epílogo bastante bueno e interesante que deja un muy buen sabor de boca.

Muy recomendable para los amantes del cine medieval.