Plenilunio es una película que mezcla el drama, el romance y la intriga a partes desiguales. A mi modo de ver veo demasiados elementos entrelazados para formar una historia sólida.

Imanol Uribe mezcla muchas pequeñas tramas convirtiendo una historia sencilla; la de un misterioso psicópata homicida que asesina niñas, en algo tremendamente sobrecargado, como es:

La historia romántica y en ocasiones excesivamente empalagosa, que la salerosa Adriana Ozores mantiene con el tímido personaje interpretado por Miguel Ángel Solá, mezclado a su vez con su pasado como policía en el País Vasco, victima del terrorismo, y la difícil relación que mantiene con su mujer recluida en un psiquiátrico, unido a su vez a las vivencias que tuvo en la escuela con el cura del pueblo; el cual rememora episodios de la guerra civil con su pasado en el bando republicano.

Puedo llegar a entender que el señor Uribe quiera hacer sitio a todos su amigos; empezando por Fernando Fernán Gómez y acabando por Adriana Ozores, pero es que son tantas las historias que se suceden, que es que dan para varias películas:
- La primera, la historia del asesino y el policía que quiere darle caza.
- La segunda, la historia amorosa de la Ozores y el policía, en contraposición con la delicada salud de su mujer.
- La tercera, la vida del policía en Bilbao y el drama diario vivido con su mujer antes de trasladarse al pueblo donde acabó ingresada en el psiquiátrico.
- Y la cuarta, la del cura cebolleta rememorando batallitas de la guerra civil y la época posterior en la que el policía era un niño y estaba en el colegio.

Desconozco como es la novela de Antonio Muñoz Molina en la que el señor Uribe se ha basado. Aunque siendo una adaptación (libre), creo que debería haber ido al grano y haberse centrado en lo principal: la misteriosa historia del homicida de niñas y la influencia que la luna llena causaba en su ánimo. Podría haber sido una gran película al estilo “Seven”. Aunque desgraciadamente se le da mucha más importancia a la vida amorosa de Adriana Ozores y el pasado difícil del policía, por este órden.

El tramo final de la película se resuelve de manera chapucera dando caza al asesino de niñas con una palmadita en el hombro, como quien dice, para dejar paso los últimos minutos al innecesario desenlace romántico de la Ozores y el Solá. Lástima por la intrincada y desaprovechada historia del personaje interpretado por Juan Diego Botto que quedó en un segundo plano y podría haber dado para mucho mas.