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España España · Zaragoza
Voto de el chulucu:
8
Drama Cinco amigos se reúnen para celebrar la despedida de soltero de uno de ellos. La noche y el alcohol darán lugar a múltiples confidencias y reflexiones. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si el hombre fuese fiel a sí mismo, a sus ideas, a su conciencia; si tuviese absoluta fe en sus posibilidades sin temer a los errores y, sobre todo, sin temer a las opiniones ajenas, este mundo sería otra cosa. Y mucho mejor, seguro. El trascendente preámbulo viene a colación por la reflexión permanente a la que nos obliga esta magnífica "La noche de los maridos" de Delbert Mann. Un irregular director que supo enternecernos con la deliciosa "Marty" (1955) y nos hizo doblarnos de la risa con esa obra maestra de la comedia titulada "Pijama para dos" (1961).
"La noche de los maridos" se convierte en "la película de las esposas". Ninguna debería dejar de verla. Bueno, en realidad ninguna mujer, esposa o no, debería dejar pasar la ocasión de ver actuar a los hombres sin necesidad de una cámara oculta. Las situaciones que describe Mann en 1957 son exactamente las mismas que se producen hoy en día. Calcadas. En los grupos de hombres siempre hay uno como Eddie: amargado, resabiado y, sobre todo, envidioso, cuyo único afán es manipular e intentar destrozar la vida de cuantos le rodean. Es extremadamente pesado, desprecia a las mujeres porque le han dado más boletos que a una tómbola y, no sabe estar solo ni un minuto porque no se aguanta. Cuando a las ocho de la mañana sus compañeros de juerga le dicen que se vaya a su casa, Eddie se retrata contestando: "Qué voy a hacer allí si ya he leído los periódicos".
Frente a semejante sujeto (hoy en día desgraciadamente, en los grupos de hombres, suele haber más de uno) estamos los demás hombres. Si hiciésemos caso de la máxima que encabeza esta crítica, ni perderíamos nuestra dignidad ni se la haríamos perder a nuestras mujeres (ya se lo dice Kenny a Charlie: "Si te vas con otras mujeres ya nunca te sientes capaz de mirar a tu esposa frente a frente). Seríamos verdaderamente libres y nuestros errores serían sólo nuestros. Seguir al fantasma y figurón de turno es hacernos como él: un auténtico mierda. Todo está en nuestras manos. Todo depende de si nos dejamos manejar por el cretino de turno. Ya sé que no es fácil porque estamos rodeados pero... empieza a ser hora de amar y respetar a nuestras mujeres. Aunque no se lleve.
el chulucu
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